Hoy en día, existen muchos estudios que demuestran la relevancia de determinadas habilidades sociales (también conocidas como habilidades blandas o habilidades vitales), tanto en el ámbito laboral como en el ámbito privado y hasta para la sociedad en su conjunto.
Habilidades como la inteligencia emocional, la comunicación, el pensamiento crítico, el coraje o la resiliencia se muestran esenciales para cualquier persona, independientemente de su profesión, su edad, su ámbito social o su lugar de residencia.
El problema es que esas habilidades son difíciles de enseñar o aprender de una manera teórica. Solo en un contexto práctico y en grupo se pueden desarrollar de manera eficiente. Es quizá por esto que, en el ámbito educativo, estas habilidades se trabajan menos de lo que mucha gente desearía.
La Fundación Atyla ha entendido esta circunstancia y, desde 2015, se dedica a promover habilidades vitales y concienciar sobre su importancia. La fundación es dueña de un barco histórico de madera inspirado en el siglo XVIII, pero que ofrece viajes de aventura que incluyen un programa de desarrollo personal en el que se trabajan estas habilidades. En su web, detallan el programa a bordo, que incluye 8 de estas habilidades esenciales.
Mejorar la vida de las personas gracias a 8 habilidades
Una de esas habilidades es el trabajo en equipo, un elemento importante para el desarrollo profesional y muy buscado en los procesos de selección de la mayoría de empresas. En este sentido, en Atyla, se resaltan aptitudes como el compromiso, la confianza, la calidez y el desarrollo de roles dentro de un grupo.
Otras de las habilidades son la comunicación intercultural y el pensamiento crítico. En ese sentido, a bordo del barco de la Fundación Atyla se exploran herramientas como la escucha activa, la asertividad y la autoconciencia. Lo importante es apreciar las diferencias y reconocer las similitudes entre diferentes culturas e identidades.
En cuanto a la inteligencia emocional, la experiencia va dirigida hacía trabajar la capacidad de comprensión y adecuada expresión de los sentimientos y necesidades. Ambos son conceptos clave para construir relaciones equilibradas con uno mismo y con el resto de personas.
Otras dos de las habilidades son el coraje, el liderazgo y la responsabilidad, con las cuales el participante puede aumentar la influencia que tiene en su entorno. A este respecto, se intenta cultivar la humildad y vulnerabilidad necesarias para observar el miedo y la incomodidad, enfrentarlos y usarlos como una pista del camino a seguir, en vez de como un bloqueo. Como parte del aprendizaje, se desarrolla una visión de los distintos tipos de liderazgo y su forma de motivar a diferentes personas y en diferentes situaciones.
Por último, está la resiliencia, en la que se aprovecha la dinámica del barco, donde los planes se pueden ver alterados en cualquier momento, de una manera controlada para que las personas a bordo aprendan a aceptar la incertidumbre y enfrentar los cambios.
Todas estas habilidades están cada vez más en boga, ya que, según los expertos, en el futuro van a ser cada vez más esenciales, tanto en los puestos de trabajo como en las relaciones personales y en la vida pública.
El Atyla es un barco que combina el estilo de los buques del siglo XVIII con elementos modernos
La embarcación fue construida entre Soria y Lekeitio en 1980, inspirada en los diseños de los buques del siglo XVIII. Su casco y aparejos de madera están elaborados con madera de iroko, roble y pino silvestre con 9 velas y contienen una superficie de 400 metros cuadrados. Asimismo, cuenta con el equipamiento de seguridad, navegación y médico necesario para realizar viajes por el océano.
En su interior, existen 4 camarotes grupales con capacidad para albergar un total de 24 personas durante viajes en alta mar, 5 baños, 3 de ellos con ducha, calefacción eléctrica y agua caliente. También dispone de una cocina totalmente equipada y enchufes eléctricos con conexión para 220V.
La cubierta tiene una capacidad para 80 personas con iluminación, ideal para excursiones costeras en grupos grandes.
El proyecto de la Fundación Atyla pretende ser sostenible en todos los aspectos, tanto en medioambiental como el social, mientras contribuye a que sus participantes adquieran distintas competencias para mejorar su calidad de vida y la de sus comunidades. Por eso, hace un llamamiento a personas particulares o representantes de empresas interesadas en colaborar con este programa benéfico, con la promesa de que el 100 % de las donaciones se destinan a un Fondo de Becas para que personas sin recursos puedan participar en los viajes.