Marlaska y Gámez se «reconcilian» con la cúpula de la Guardia Civil mientras ningunean a los agentes

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ha conseguido bajar el souffle de la ira de la Guardia Civil. La cúpula del cuerpo mantiene ahora una buena relación con el ministro y le han «perdonado» los agravios a algunos altos mandos, especialmente aquellos que sufrieron los cambios de fichas del socialista cuando quería montar una cúpula en la Guardia Civil que no le diera demasiados problemas. El problema es que mientras Marlaska se ha reconciliado con los altos mandos del cuerpo policial, los agentes sufren la «mala» gestión de la directora de la Guardia Civil, María Gámez, en cuestiones como los descansos acumulados o la búsqueda de uniformes. La sensación de que la realidad de los altos mandos está desconectada del día a día de los agentes se ha pronunciado más que nunca.

La sensación entre los agentes es que María Gámez es más socialista que otra cosa. Por supuesto, Gámez mantiene una buena relación con la cúpula, al igual que el ministro Marlaska, que ha conseguido reconciliarse con los altos mandos y los oficiales que trufan el ministerio. Pero los mensajes que se cruzan los agentes revelan un sentir muy distinto al que se respira en las altos despachos. La directora del cuerpo tiene en pie de guerra a gran parte de los policías que entienden que no se están cuidando sus demandas. Mientras todo son palmaditas en la espalda, coches oficiales y buenas palabras en el ministerio, desde abajo buscan desesperadamente hacer llegar sus demandas a los altos mandos. La desconexión está muy pronunciada, o al menos es lo que se deja ver en los comentarios lanzados incluso por asociaciones de la Guardia Civil.

El cuerpo y la cúpula se ha visto envuelto en las tensiones entre ministerios (especialmente Defensa e Interior, dado que Margarita Robles y Marlaska se han enfrentado por ver quién tenía más influencia en la Guardia Civil). Sin embargo, lo que para los socialistas era un mayor problema parece estar solucionado. Los altos mandos del cuerpo ya no ven con malos ojos a Marlaska. El ministro se ha preocupado mucho por restablecer las relaciones con los oficiales de la Guardia Civil. El problema es que la mala gestión de Gámez no contribuye a ayudar a la idea que tiene Marlaska de salir de Interior manteniendo una buena imagen frente al cuerpo.

Las quejas son variadas. Las más recientes que ha recogido MONCLOA.com hacen referencia a cómo los agentes tienen que «buscarse la vida» para tener un uniforme de su talla. Otras hacen referencia a que no tienen derecho a recuperar los descansos acumulados porque Gámez entiende que hay escasez de personal. En cualquier caso, la sensación es que desde la Guardia Civil se sienten «agentes de segunda» al ver el trato que les dan desde el Ministerio del Interior. Como entren en comparaciones con la Policía Nacional o con las policías autonómicas, peor. Pero mientras las asociaciones de agentes se quejan, Marlaska presume de mantener una buena relación con los altos mandos.

la directora ha sido capaz de mantener buena relación con los altos mandos mientras «la tropa» se queja de numerosos agravios

Gámez es antes alguien de partido que cualquier otra cosa. Ella es socialista y así la ven desde la Guardia Civil. El problema es que la propia directora ha sido capaz de mantener una buena relación con los altos mandos mientras «la tropa» se queja de numerosos agravios contra sus derechos laborales. No parece que preocupe mucho a la socialista el hecho de que los ánimos no estén precisamente por las nubes entre los agentes. Los grupos de Whatsapp echan humo por numerosas cuestiones y las asociaciones como la Unificada de Guardias Civiles (AUGC) recogen sus exigencias y las lanzan al aire. Pero no parece que en Interior sean permeables a estas exigencias. En su lugar, Marlaska ha conseguido poner de su parte a gran parte de los altos oficiales. Si había problemas con el ministro, Marlaska ha sabido enterrarlos para tener un cierre de legislatura tranquilo.

TENSIÓN ROBLES-MARLASKA

Marlaska ha ganado la partida a la ministra de Defensa. Margarita Robles ha sido la primera que ha intentado controlar la cúpula de la Guardia Civil, pero parece haber desistido este último año tras recibir una advertencia del presidente del Gobierno. El toque de atención no fue precisamente por su manía por controlar los nombramientos en la cúpula de la Guardia Civil (fue por su injerencia en las negociaciones para la renovación del Consejo General del Poder Judicial), pero el estar en el punto de mira del presidente del Gobierno la obligó a desaparecer del plano mediático con la consiguiente rebaja en su influencia entre los altos mandos del cuerpo policial.

Marlaska le ganó la partida porque, con la ministra de Defensa fuera de juego, tuvo vía libre para nombrar a su antojo a quien quisiera. Se saltó el sagrado escalafón, pero al final supo agradar a los oficiales para que las tensiones se quedaran en nada. Ya hasta va invitado a las fiestas que montan, al igual que Gámez. Pero los oficiales, claro.