Se llama Rafael Pérez y está obsesionado con dejar poco rastro en Internet. Es guardia civil y ahora jefe de gabinete de la ministra Pilar Llop. Y si se ha hecho famoso en el Ministerio de Justicia por algo es precisamente por la «vida cuartelaria» que ha impuesto a los asesores y colaboradores de la magistrada. Las órdenes de Pérez, jefe de gabinete de la titular de Justicia, son sencillas. Para ver a la ministra en una audiencia privada hay que pedir cita y esperar a que este alto cargo te dé el visto bueno, algo que se puede demorar semanas dado que Llop se ha «enclaustrado» en su despacho. Al mismo tiempo, Rafael Pérez también ha impuesto a todos los cargos intermedios del Ministerio de Justicia una vida cuartelaria que muchos creen que ha traído de su paso por Baeza. Sea como sea, el malestar con la ministra crece por minutos. Pero el conocer los orígenes del «enchufe» del jefe de gabinete de Llop con la ministra perturba aún más los ánimos en Justicia.
«Solo habla de violencia de género, si la sacas de ese tema, colapsa», aseguran fuentes del Gobierno. Llop hace apariciones esporádicas, cortas y sin muchas preguntas de por medio. Esto se debe a que la ministra se ha convertido en un jarrón Ming que no se puede tocar hasta que arranque la campaña electoral de la Comunidad de Madrid, en las cuales será la candidata socialista, según fuentes del partido. Ser un jarrón Ming tiene sus consecuencias. Si se rompe antes de la venta, sería un drama para el PSOE. Por eso hay asesores que han tenido que asumir la responsabilidad de «custodios» de este jarrón llamado Llop. El principal guardián de la integridad de la imagen de la ministra es su jefe de gabinete. Y, según cuentan fuentes del propio ministerio, su técnica para que Llop no se rompa antes de las elecciones ha decidido aislarla tanto de la prensa como de los propios asesores.
la ministra se ha convertido en un jarrón Ming
Por supuesto, es una estrategia que hace aguas, según consideran algunos socialistas. Llop se ha convertido en una figura política absolutamente «gris» que nadie reconoce. No habla en público y cuando lo hace se lo toma con discreción y calma, siempre que no sean temas relacionados con la violencia de género. Que Llop quiere mantener un perfil discreto no es ningún secreto, pero las formas han generado gran malestar en Justicia por el hecho de que Rafael ha aislado completamente a la ministra para que no se estropee al exponerse a los periodistas y a los demás políticos. Si quieres hablar con ella, tira de violencia de género, porque las demás cuestiones son tabú.
Que Llop se irá a la Comunidad de Madrid es un secreto a voces. Es cierto que no hay nada del todo cerrado porque Ferraz está permitiendo a Juan Lobato crecerse con la precampaña sin decirle que no será él el cabeza de lista. Hay quien entiende que los resultados del PSOE en la Comunidad de Madrid serán tan malos que no merece la pena presentar a una candidata con recorrido. Si va Lobato, será para quemarle, dicen desde el PSOE. Aún así, Rafael Pérez juega con la idea de que irá a la Comunidad de Madrid y ha decidido, además de encerrarla en su despacho de oro, imponer una vida cuartelaria a todos los demás cargos del ministerio para que estén firmes y atentos. Si quieren reunión con la ministra, que se pongan a la cola.
El malestar con Rafael Pérez no solo viene por el régimen militar que ha impuesto en torno a la ministra Pilar Llop, sino que viene de lejos. Pérez no es precisamente un político de pura cepa ni alguien que haya mantenido una actividad laboral frenética en el PSOE, sino que es un amigo del marido de Pilar Llop, un aparejador sevillano, cuyo denominador común es la Feria de Abril, que se fue de asesor de la ministra cuando esta era senadora después de haber sido director del Centro de Coordinación Operativa (Cecop) del Ayuntamiento de Sevilla. Tras esto, su cercanía a la ministra le ha mantenido a flote en cargos públicos y ahora le ha tocado convertirse en el custodio del jarrón Ming.
Pasó por el Senado sin pena ni gloria. Pero su salto al ministerio no ha sido bien recibido por quienes de verdad trabajan a diario en Justicia. Los trámites que quedan pendientes por realizar en el ministerio se han puesto en stand by porque la ministra no quiere desgastarse con nada. El jefe de gabinete tampoco ayuda, según cuentan fuentes de Justicia, a engrasar la relación entre la ministra y sus altos mandos y secretarios de Estado.
La situación de Justicia es tensa, pero ya cada uno está pendiente de lo que le tocará. La mayoría de los altos cargos lo que busca es sobrevivir siempre que el PSOE obtenga unos buenos resultados.