La hipotética adquisición de aviones de combate de 5ª generación, los norteamericanos F-35, por parte de la Real Fuerza Aérea de Marruecos, y la anunciada adquisición de 14 aparatos rusos Su-57 por parte de Argelia crearía un importante desfase tecnológico por primera vez en favor del sur del Estrecho, al que España no tendría que ser ajena.
Marruecos, un tradicional aliado de Estados Unidos y Francia, mantiene desde hace años una pugna con su vecina Argelia, que les ha llevado a ambos a una escalada armamentística sin precedentes. En noviembre de 2020 la agencia rusa Sputnik News anunciaba que el Gobierno de Argelia, que encabeza el presidente Abdelmadjid Tebboune que además es ministro de Defensa, había acordado la adquisición de 14 aviones de combate de 5ª generación Sukhoi Su-57, un modelo que todavía no está ni en servicio en la propia Fuerza Aérea de Rusia.
Según el medio de noticias oficial de Moscú, ahora proscrito tras la agresión de Moscú a su vecina Ucrania, se esperaba que las entregas, valoradas en 2.000 millones de dólares, empezasen a partir de 2025. También se aventuraba que el pedido podría ampliarse hasta las 24 unidades. Con la llegada de los Su-57, la Fuerza Aérea de Argelia reforzará su actual flota de aviones de combate, principalmente aire-aire Sukhoi Su-30MKA y los veteranos Mikoyan MiG-29, los de ataque al suelo modelo Sukhoi Su-24 y los MiG-25 de reconocimiento.
La Fuerza Aérea argelina también habría firmado otros dos contratos anteriores con Moscú para comprar 14 aviones de ataque al suelo Su-34 y otros tantos de superioridad aérea Su-35.
El avión Su-57 ha estado en desarrollo desde 2002 y se considera además una parte clave de la industria de exportación de armas de Rusia en el segmento de aviones de 5ª generación para competir con sistemas rivales como el citado avión F-35 norteamericano. Si bien el hecho de no estar en servicio y el limitado papel de la Fuerza Aérea de Rusia en la invasión de Ucrania serán un importante hándicap para sus ventas a terceros países.
La decisión de Argelia sería una respuesta a la tomada meses antes por parte de su vecino Marruecos de comprar 25 aviones de combate Lockheed Martin F-16C/D Bloque 72, y la modernización de los 23 existentes a dicha última configuración, mediante un desembolso de 4.800 millones de dólares. Aunque el aparato norteamericano es de la denominada 4,5ª generación, gracias a su continua actualización y al moderno armamento es un sistema de una alta fiabilidad y una letal eficacia.
Aunque no hay nada oficial, varios medios marroquíes habrían barajado la posibilidad de que la Real Fuerza Aérea de Marruecos se dotase de F-35, dada la cada vez mayor cercanía de Rabat y Washington, y el decisivo paso de reconocer a Israel en 2020, gracias a los buenos oficios de la administración de Donald Trump. Estas relaciones, oficializadas a nivel diplomático el verano de 2021, podrían evitar el veto del Gobierno de Jerusalén a la venta de los F-35 a Marruecos, como sí hicieron los poderosos lobbys judíos de Washington con la análoga petición de los Emiratos Árabes Unidos, que finalmente optó por adquirir 80 cazabombarderos franceses Dassault Aviation Rafale.
Paralelamente en España, tras años de recortes financieros, la flota de aviones de combate del Ejército del Aire está actualmente formada por un total de 69 aviones Eurofighter europeos y un similar número, aunque decreciente, de los norteamericanos McDonnell Douglas (hoy Boeing) EF-18 y F/A-18A. El único refuerzo a la vista vendría de la próxima puesta en marcha del programa Halcón para dotarse de 20 Eurofighter de última generación, mientras que el futuro sistema de 6ª generación o Future Combat Air System (FCAS), previsto para 2040, se va atrasando cada vez más, y su viabilidad cada vez se pone más en peligro ante la compra por parte de Alemania de los citados F-35. Aunque la capacidad de la organización española y sus profesionales, totalmente estandarizados a los exigentes criterios de la OTAN, está todavía muy por encima de las referidas fuerzas aéreas del Magreb.
Aunque mucho se habla de las comparativas entre los citados F-35 y el Su-57, generando pasiones en las redes sociales y foros, la verdad es que el aparato ruso de momento es una promesa, dado que no ha entrado en servicio y sus capacidades reales no se han comprobado por los clientes. Mientras, Lockheed Martin ya ha entregado más de 700 unidades de su F-35 a múltiples operadores de cuatro continentes, e incluso se ha empleado en combate.
Respecto al interés de España por el F-35, en el caso de la Armada su adquisición, de al menos 12 unidades, se configura como imprescindible, si no se quiere perder la capacidad aérea embarcada, que finalizaría con la baja de los Harrier II la próxima década. Mientras que el Ejército del Aire también tendría interés por incorporarlo, sobre todo si finalmente naufraga el referido FCAS.