Alberto Núñez Feijoo promete un «sí» al PSOE en Andalucía si hacen lo mismo con él en las generales

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, tiene claro que solo le dejarán presentarse una vez a las elecciones. O gana o se quedará fuera. Por eso ha utilizado las elecciones de Andalucía para llegar a un pacto no escrito con el PSOE con tal de gobernar a nivel nacional. Desde Génova no tienen mucha fe en que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sea capaz de validar una investidura de Alberto Núñez Feijoo, pero lo cierto es que con la percha de las andaluzas el equipo del presidente popular le ha prometido a los del PSOE que «apoyará gobiernos socialistas» siempre que le apoyen a él en circunstancias similares. La prueba de fuego será la de Juan Manuel Moreno Bonilla, pero la idea es que se extienda en las autonómicas y municipales del año que viene. 

La idea es marginar a Vox. Y con este reclamo, conseguir que el PSOE mantenga al Partido Popular en el poder. El problema es que este pacto no escrito no parece que vaya a ser equitativo. Las encuestas arrojan muy malos resultados para el PSOE a lo largo y ancho del país, incluidas las elecciones generales de noviembre del año que viene. Feijoo ha puesto a su equipo a trabajar duro para conseguir que los socialistas vean con buenos ojos ese pacto no escrito, pero lo que realmente motiva al presidente del PP es que sabe que solo tendrá una oportunidad para presentarse a las elecciones generales. O gana, o Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla comenzarán a sacarse los ojos para ser los nuevos candidato. 

El propio candidato del PSOE, el mismo que amenaza con cosechar uno de los peores resultados de la historia del partido en esta región, Juan Espadas, ha asegurado que no apoyará la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla para obligarle a echarse en brazos de Macarena Olona. La estrategia del PSOE de Andalucía va por otros derroteros, pero en Moncloa no lo ven con malos ojos dado que los resultados en las generales pueden ser algo más ajustados. Aún así, en Génova aseguran que Alberto Núñez Feijoo está «obsesionado» con llegar a un pacto no escrito con el PSOE para asegurarse varias presidencias autonómicas y quitarse el incómodo socio de Gobierno que es Vox.

Juan Manuel Moreno Bonilla amenazó incluso con repetición electoral. Y el problema es que, pese a que Alberto Núñez Feijoo está de acuerdo con el presidente autonómico con la estrategia electoral a seguir, el problema es que el andaluz funciona con total autonomía. Cuando echaron a Pablo Casado, el acuerdo base fue que el andaluz funcionaría con total libertad, pero lo cierto es que los movimientos de Feijoo empiezan a salpicar a la forma de actuar del PP. 

Su único objetivo es mover la maquinaria electoral para que las elecciones generales «garanticen» su investidura

El problema principal, según fuentes de Génova, es que Feijoo se ha atrincherado en su despacho en Génova y funciona con total opacidad respecto al resto de los dirigentes del PP. «Es un partido dentro del PP», aseguran. Su único objetivo es mover la maquinaria electoral para que las elecciones generales «garanticen» su investidura, pero lo cierto es que la estrategia de Feijoo y la promesa que le ha hecho a los socialistas en varias ocasiones en reuniones discretas ha generado más brechas en el PP que cualquier otra cosa. El entorno de Feijoo sabe que Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla pisan fuerte y están esperando que fracase en las elecciones generales. Y mientras ellos trabajan por hacerse hueco en el partido a nivel nacional, Feijoo toma decisiones impulsivas que no comparten muchos en el partido.

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, ha utilizado a su gente de confianza para prometer a los socialistas que les apoyará en una investidura (tanto en las andaluzas como en otras comunidades autónomas) a cambio de que el PSOE se comprometa a hacer lo mismo. No ha sido el presidente popular quien lo ha dicho directamente, aunque sí se lo ha hecho llegar a pesos pesados del partido. De momento, la promesa está encima de la mesa y Moncloa no la ve con malos ojos. Pero en las comunidades autónomas entienden que es un arma de doble filo que solo beneficiará al gallego. A nadie más.