El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tiene a toda la cúpula de la Guardia Civil en pie de guerra por varias cuestiones, pero el Whatsapp y la pasión del socialista por usarlo para según qué cosas tienen mucho que ver. El primero motivo de este divorcio profesional es que el magistrado no ha respetado prácticamente nunca la cadena de mando y el escalafón para ascender a los altos mandos del cuerpo. Para la Guardia Civil es fundamental respetar los galones, pero para Fernando Grande-Marlaska lo importante es que el agente de turno que llegue a un puesto clave del ministerio sea de su cuerda y goce de su entera confianza. Esta práctica empezó con el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, pero se ha mantenido llegando incluso a extremos de que han comunicado el cese de altos mando por Whatsapp.
La cúpula de la Guardia Civil lleva tiempo de uñas con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por haber convertido el cuerpo en un nicho de enchufes y por haber promovido la cultura de la cercanía al político en lugar de la del escalafón y los galones para ascender. El enfado no se quedó con el coronel Diego Pérez de los Cobos. Todo fue a más. Desde que la ministra de Defensa, Margarita Robles, desistió en su afán por colocar también altos mandos de la Guardia Civil afines a su causa, Fernando Grande-Marlaska ha dispuesto de este cuerpo a su voluntad y ha colocado a más de un alto cargo exclusivamente por el hecho de que gozaban de su confianza. Pero el problema no es solo que se haya permitido el lujo de saltarse de vez en cuando el escalafón, sino las formas con las que abusa de su cargo.
En las anteriores legislaturas, pocos ministros se han atrevido a alterar el funcionamiento de la Guardia Civil. Con la Policía Nacional es diferente. Pero con los guardias, un cuerpo plenamente militarizado y codependiente del Ministerio de Defensa, los galones y el escalafón son elementos indispensables. A lo largo de las anteriores legislaturas se han dado casos en los que los altos cargos de la Guardia Civil no tenían esencialmente una relación estrecha con el ministro de turno, pero su profesionalidad siempre ha llevado a una cordial convivencia con el poder político sin que hubiera mayores problemas. Ha sido Fernando Grande-Marlaska quien ha roto esta dinámica y quien, además, se ha permitido el lujo de echar de malas maneras a más de un alto mando.
Desde el Gobierno deslizan a MONCLOA.com que estos progresivos ceses que se han dejado ver más de una vez en el Boletín Oficial del Estado (BOE) han traído consigo un fuerte malestar en las dependencias del ministerio. Tanto es así, que en algunas ocasiones el propio Fernando Grande-Marlaska se ha negado a ver directamente al alto mando cesado o relegado de su cargo para comunicarle el cambio en su vida laboral y ha tirado de segundos al mando o directamente de Whatsapp para lanzar un frío mensaje con el que comunicarle que ya no gozaba de su confianza. Estos últimos meses es cierto que en Interior se respira algo más de tranquilidad una vez Marlaska ha colocado a todos sus «monchitos» afines en el cuerpo.
FERNANDO GRANDE-MARLASKA, EL QUE NUNCA SALE
Todo esto le saldrá caro a Fernando Grande-Marlaska dado que el ministro del Interior es uno de los señalados para dejar el ministerio antes de que acabe el verano. Aún así, de momento se mantiene a flote por la falta de sustituto.
Ya el presidente del Gobierno se planteó sacar a Fernando-Grande Marlaska del Ministerio del Interior en 2019. La idea inicial era pasarle al Ministerio de Justicia, entonces en manos de la polémica Dolores Delgado, quien meses después y debido a los audios del excomisario José Manuel Villarejo acabó por salir del Ejecutivo por decisión de Pedro Sánchez. Pero finalmente fue la falta de un sustituto claro la que permitió que Fernando Grande-Marlaska sobreviviera en el Gobierno y en ese ministerio que ha acomodado a su gusto.
Es cierto que ahora su nombre vuelve a protagonizar las posibles salidas que están a punto de dejarse entrever, pero esto no quitará el mal recuerdo que ha dejado en la Guardia Civil por miles de cuestiones. La primera de ellas vino de la mano de un tuit en el que se acordó antes de los derechos LGTBI que de los muertos que dejaron los asesinatos de ETA en la Guardia Civil. De ahí en adelante, quedó claro que Fernando Grande-Marlaska no sería un buen aliado de los agentes. La única celebración que se deja ver entre bambalinas es la media sonrisa entre los guardias civiles ante la salida inminente del ministro. «Finales de agosto», dicen desde el Ejecutivo. Pero no mucho más alejado de esas fechas.