Alberto Garzón se convierte en un «paria político» en la izquierda por su «deslealtad»

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, se ha convertido en un «paria político» que nadie quiere en la izquierda. Su «deslealtad» le ha convertido en el dirigente menos deseado de Unidas Podemos. Pero no solo del equipo morado. Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, no puede ni oír hablar de este ministro que ahora se ha plegado a la voluntad de la gallega con tal de sobrevivir. Ahora mismo, a la pregunta de si respaldarían a Alberto Garzón en caso de que Moncloa le cribara en una crisis de Gobierno, la respuesta la tienen clara prácticamente todos los dirigentes de la izquierda. Con menos de una legislatura a sus espaldas, el ministro se ha convertido en el político con menos proyección de Unidas Podemos. Y eso sin entrar en cómo le valoran sus compañeros.

La deslealtad de Garzón es conocida por todos desde ese abril de 2019 que se puso a negociar con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, su apoyo externo a un Gobierno en solitario del PSOE por su cuenta y a espaldas del exvicepresidente del Ejecutivo Pablo Iglesias, quien lideraba Unidas Podemos. Ya entonces les pareció a los dirigentes del partido una «deslealtad absoluta» ver que Garzón quisiera garantizarse el escaño con un apoyo externo de Izquierda Unida al PSOE al margen de Unidas Podemos. Desde ese momento, el equipo de Iglesias le cogió la matrícula y avisó a todos los navegantes que había que alejarse de este ministro. Y a día de hoy esa leyenda se ha agrandado hasta el punto de que nadie en todo Unidas Podemos le quiere en su lista.

Alberto Garzón hace meses que ha decidido dejar a un lado su proyecto

Alberto Garzón quiere sobrevivir, pero ha conseguido agrandar su leyenda con sus movimientos en las elecciones de Andalucía. Una vez más, Alberto Garzón ha convertido en Izquierda Unida en una herramienta para su supervivencia política que no guarda ninguna lealtad a quienes le han llevado a donde está. Fuentes de Unidas Podemos aseguran que Alberto Garzón hace meses que ha decidido dejar a un lado su proyecto con los morados para apostar por Yolanda Díaz. Desde que vio el cambio de ciclo, el líder de Izquierda Unida se arrimó todo lo que pudo a Yolanda, especialmente en los Consejos de Ministros, único momento en el que la gallega le daba algo de carrete al ministro de Consumo.

La deslealtad de Garzón le ha granjeado enemigos entre sus compañeros de partido. De hecho, pocos amigos le quedan ya en Unidas Podemos que quieran salvarle de la criba que planea sobre su cabeza. Desde Moncloa sopesan la posibilidad de echar en una futura crisis de Gobierno a Alberto Garzón porque saben que es el eslabón débil de la cadena. Ni Unidas Podemos ni Yolanda Díaz pondrán el grito en el cielo ante su cese porque ya es alguien incómodo para los planes de los partidos. Todo parece indicar que el acuerdo entre Sumar y Podemos está muy lejos de llevarse a buen puerto, pero si hay algo en lo que están completamente de acuerdo ambos partidos es en que no quieren a Garzón en sus filas.

Alberto Garzón está obsesionado con utilizar el peso de Izquierda Unida para conseguir sus objetivos, pero no todos los que componen la formación comparten la estrategia a seguir por el ministro de Consumo. De momento, su plan es integrarlo en Sumar, razón por la que solo se preocupa por endulzar el oído de la vicepresidenta del Gobierno. Pero esta actitud le ha llevado a enfrentarse incluso con Enrique Santiago, líder del Partido Comunista e íntimo amigo del exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias.

Podemos, por su parte, no tiene intención de dejarle hueco a Garzón porque ya ha hecho suficiente gala de su deslealtad. La idea que barajan la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, es la de integrarse en Sumar o la de presentarse en solitario, pero en ningún caso se plantean reeditar la idea de Unidas Podemos, lo que lleva añadido en la letra pequeña el dar una patada al «oportunista» Alberto Garzón.

ALBERTO GARZÓN, EL VAGO

Ni licitaciones, ni contratos ni subvenciones. El Ministerio de Consumo de Alberto Garzón no ha hecho literalmente nada en lo que llevamos de año. 2022 ha sido tranquilo para un diputado que dispone de una cartera con un presupuesto de 57,18 millones de euros. Él se sienta en el Consejo de Ministros, pero poco aporta. Después del semáforo nutricional y de alguna que otra medida como capar las posibilidades de publicidad para las casas de apuestas, el dirigente de Unidas Podemos ha desparecido del mapa, tanto del político como del mediático, y se dedica a otros menesteres. Quizá tiene que ver con lo que filtran las fuentes del partido: Yolanda Díaz no quiere a Garzón ni en pintura en su nuevo proyecto y el futuro político del ministro no parece muy claro.

La última subvención que el Ministerio de Consumo concedió fue en octubre de 2021. Hablamos de la convocatoria de los premios nacionales del concurso escolar 2021-2022 llamada Consumópolis. En este caso, destinó 33.000 euros para estos premios escolares para después no hacer nada nuevo. Hay quien defiende en el partido que es una cuestión de discreción, pero en el portal de contrataciones del Estado tampoco han volcado ningún gasto público. Hay registros del 2 de marzo de 2021, pero nada este año. Garzón no ha tomado ninguna iniciativa en 2022 y ya ha pasado el primer trimestre. ¿Por qué? Desde Unidas Podemos no dan respuesta. Bastante tiene con sobrevivir a la purga que se avecina en la formación morada con la creación de la plataforma de Yolanda Díaz.

Fuentes cercanas al ministro entienden que el dirigente de Unidas Podemos ha tocado techo. Ser ministro es mucho más de lo que se podría imaginar, pese a que el nivel de competencias que le han dado no las ha exprimido lo suficiente. Solo un semáforo nutricional que da como más saludable una coca cola que el aceite de oliva y poco más. Esta desaparición mediática de Garzón responde, según fuentes del Gobierno, a que sabe que Yolanda Díaz le quiere fuera del partido precisamente por las polémicas en las que se ha visto envuelto en los últimos meses.