Moncloa busca la forma de silenciar a Christine Lagarde y su empeño en anunciar la crisis de 2023

El calendario no acompaña a los intereses de Moncloa. Las pretensiones del PSOE pasan por tener un escenario electoral propicio en 2023. Controlar la inflación, hacer llegar las ayudas de los fondos COVID a las familias y que las cifras del paro no estén disparadas son los tres puntos clave en los que el PSOE pretende erigir su estrategia electoral. El problema es que hay una persona que se ha convertido en una piedra en el zapato de la estrategia de Moncloa. La buena noticia es que no está en España. Pero la mala es que es la presidenta del Banco Central Europeo. Christine Lagarde no deja de anunciar que en 2023 vendrá la crisis. Con los altos precios y las consecuencias económicas postpandemia, todo parece indicar que la recesión económica asomará en Europa. Y más si el presidente de Rusia Vladimir Putin, cierra la llave del gas. El objetivo ahora es que las declaraciones de Lagarde no sean permeables a la prensa española.

«Un escenario casi apocalíptico pero cuya probabilidad, lamentablemente, no es despreciable», ha asegurado el director de Economía de la institución, el español Óscar Arce. Se refiere a lo que podría ocurrir si Putin decide ahogar más a los países europeos. El problema es que mientras que ahora el BCE entiende que la recesión solo llegará en caso de que Rusia tome alguna decisión concreta, como es no vender gas natural a Europa, los rumores de una crisis económica han contagiado a muchos economistas. La elevadísima inflación, la falta de chips y el embudo en la logística internacional causado por los cierres temporales de ciudades chinas a causa del covid son algunas de las causas que motivan a estos expertos a augurar una crisis. Pero que la presidenta del Banco Central Europeo hable abiertamente de una recesión anunciada para 2023 ha irritado a Moncloa es una realidad que ha tensado al equipo personal de Pedro Sánchez. No hay que olvidar que ese año es electoral. Tanto a nivel municipal, como autonómico como general. Y el Gobierno no puede permitirse el lujo de presentarse en un contexto de crisis.

En Moncloa ya se están anticipando a los comentarios que deslizan desde la UE

La idea de Moncloa es la de vender, de momento, que la crisis no afectará a España porque las previsiones de crecimiento de la economía española no contempla la recesión para el año que entra ni para los posteriores. En Moncloa ya se están anticipando a los comentarios que deslizan desde la UE. Lagarde ya habla de recesión económica, aunque se refiere especialmente a los países que más dependen del gas ruso, como es el caso de Alemania. En cualquier caso, lo cierto es que que el BCE hable de crisis para el año electoral ha hecho saltar algunas alarmas en Moncloa porque podrían empañar su campaña electoral de forma determinante. Y más si las cifras de la inflación no acompañan en ese año.

El Banco Central habla de de una recesión general en la UE empujada por Alemania, pero esperan cifras mucho menos agresivas porque confían en que Rusia no tomará ninguna decisión radical dado que ha entrado en suspensión de pagos y no se puede permitir el lujo de cortar la llave del gas si quiere mantener su ofensiva en Ucrania.

Hablar de que este corte dejaría tocada la economía europea hasta el punto de llevarla a una crisis económica, aunque se hable de un impacto muy «significativo» en vez de una recesión, es la antesala, según algunos economistas, de hablar de un escenario de crisis económica. No hay que olvidar que las previsiones del Banco Central Europeo en materia de inflación también llevan este escenario hasta mucho más allá de 2023. Incluso en algunos casos llegan a augurar un 2024 con precios muy elevados. Con todo esto, y con la subida de tipos anunciada por la UE, se prevé que el consumo se contraerá y cualquier elemento externo que lo golpee amenazará con una nueva crisis.

El plan de Moncloa es llegar a las elecciones con las ayudas europeas, esas de las que ha llegado una nueva partida de 12.000 millones de euros, en circulación, con medidas concretas que palien la crisis de los altos precios y con algunos otros indicadores a su favor. El paro es otra de las obsesiones del Gobierno, pero en este punto no hay mucha preocupación dada la dinámica. Y luego también sopesan otros puntos clave como es el coste del carburante, que ya supera los dos euros el litro y amenaza este verano con llegar a los tres. El plan de Moncloa será silenciar los mensajes que lleguen de Europa con sus propios datos. Y si no son buenos, como los ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística, se echa al responsable, como se forzó en su momento. Con esto, sin fisuras, esperan presentarse a las elecciones sin nada en contra.