La dismorfia de Snapchat, el trastorno de percepción de la propia imagen, cada vez se incrementa más en los consultorios estéticos plásticos, según han avisado desde la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP).
También conocida como dismorfia de Zoom, se trata de un fenómeno subjetivo alterado de la imagen propia causado por una distorsión óptica de la cámara que genera una autopercepcion negativa relacionada con el aumento de las videoconferencias, las cuales obligan a permanecer largos periodos de tiempo mirándonos fijamente causando un impacto significativo en nuestra forma de vernos.
Aunque no se utilicen filtros, las cámaras alteran la imagen debido a la calidad del vídeo e iluminación. Además, un retrato a 30 centímetros de distancia aumenta el tamaño percibido de la nariz en un 30 por ciento, en comparación con el que se toma a 1,5 metros, y también provoca una cara más redondeada y ojos más abiertos.
En este sentido, la presidenta de la AECEP, Isabel Moreno, ha informado de que cada vez más se presentan a su consulta jóvenes que le muestren una foto de ellos con un filtro, y le dicen «así quiero mi rostro».
«La obsesión que se genera por nuestra imagen está basada en efectos irreales. Los filtros de Instagram no están creados para cada rostro y el pasar de eso a una realidad, son situaciones de falsas expectativas, ya que, sobre todo quieren transformar su cara. Pero nosotros no podemos transformar una cara. Son situaciones poco realistas», ha dicho.
Del mismo modo se ha pronunciado el cirujano estético plástico y vocal de ética de la asociación, José Angel Lozano Orella, quien ha comentado que a nivel virtual es «muy fácil» corregir defectos y perfeccionarlos, pero a nivel real «todo pasa por una cirugía».
«A esto se añade los ‘influencers’ que presentan modelos físicos con cánones de belleza rozando la perfección y plasman una imagen de éxito y satisfacción que influyen a todos los seguidores de estas cuentas y, en especial, a los adolescentes. Asimismo, en las redes sociales se comparten intervenciones y experiencias en cirugía estética banalizando el proceso y desvirtuando la realidad del mismo, animando al acceso de las mismas. Es nuestra responsabilidad velar por que todo esto no ocurra y esperar hasta que el paciente alcance una madurez física y emocional suficiente para afrontar una cirugía», ha zanjado.