El proyecto de futuro sistema de combate aéreo o Future Combat Air System (FCAS), del que surgirá el avión de combate Tempest de 6ª generación, que promueven Reino Unido e Italia, y al que se ha sumado Suecia, no deja de dar pasos adelante, mientras que el paralelo franco-alemán, en el que participa España, se está estancando peligrosamente.
Estos importantes programas, además de ser decisivos para consolidar el poder aéreo europeo cara a la mitad de siglo, son también fundamentales para la industria de defensa europea, con altísimas implicaciones presupuestarias, estando en el telón de fondo la norteamericana con, de momento en este segmento, su exitoso cazabombardero de 5ª generación Lockheed Martin F-35.
Se ha de precisar que el concepto FCAS internacionalmente se define como un sistema de sistemas o System of Systems (SoS). El caso que nos ocupa constaría de: un vehículo aéreo de combate no tripulado o Unmanned Combat Aerial Vehicle (UCAV) de última generación, cooperación en escenarios en equipos no tripulados o Manned Unmanned Teaming (MUM-T), y todo interconexionado de forma segura a través de la nube, aunque la plataforma central del sistema es el referido avión de 6ª generación Tempest.
Uno de los últimos pasos del FCAS italo-británico lo daban el mes pasado la Secretaría General de Defensa y la Dirección Nacional de Armamento de Italia y el Ministerio de Defensa del Reino Unido, tras llegar a un acuerdo de colaboración en el ámbito del programa, Tempest. Ello se traduce en una entente por parte de las multinacionales, que liderarán industrialmente, que son la transalpina Leonardo y la británica BAE Systems.
Ambas compañías ya están identificando áreas compartidas de colaboración, para poner en marcha programas conjuntos destinados al desarrollo del FCAS, que lanzó BAE Systems dando al avión de combate dicho nombre de Tempest, que evoca un exitoso cazabombardero de la firma Hawker (hoy BAE Systems) que empleó la Real Fuerza Aérea o Royal Air Force (RAF) de la época final de la Segunda Guerra Mundial.
En el mismo contexto se informó que las divisiones de negocios electrónicos de Leonardo en Italia y el Reino Unido y Elettronica SpA están desarrollando demostradores de sensores y otros sistemas de última generación, destinados al que será el primer avión de combate europeo de 6ª generación, al que también se ha incorporado Suecia. Estos avances contrastan con el programa del mismo nombre lanzado por Alemania y Francia, al que se sumó España, que parece que no acaba de despegar adecuadamente, ante una serie de desacuerdos. Este programa está liderado por Dassault y Airbus Defence & Space (DS) en el caso franco-alemán respectivamente, y por parte de Indra, recientemente tomada de una forma muy polémica por los peones de la presidencia de Gobierno de España.
Volviendo al Tempest, el programa FCAS consiste en desarrollar un sistema de sistemas múlti dominio tecnológicamente avanzado que se integrarán en una plataforma de 6ª generación que reemplazará las flotas de aviones de combate Eurofighter de la RAF y la Aéronautica Militare Italiana (AMI) a partir de 2035. La colaboración entre Leonardoy BAE Systems se centrará en la aplicación de la ingeniería de sistemas basada en modelos o Model Based System Engineering (MBSE), metodologías de diseño y desarrollo conjunto de tecnologías que posibiliten una soberanía nacional del futuro sistema.
La planificación italo-británica es envidiable, y eso que ambas naciones cuentan ya con sendas flotas del referido cazabombardero norteamericano F-35, que les aseguran un plazo de maniobra un poco mayor que el que tiene Alemania/España y Francia para sustituir sus Eurofighter y Dassault Aviation Rafale respectivamente.
Paralelamente, el Gobierno de Italia en el marco de su aumento en el presupuesto de defensa, cuyas cifras para 2022 acaban de ser publicadas, dará un importante impulso financiero al programa. Así, tras prever el año pasado un gasto anual en 2022 y 2023 de 20 millones de euros anuales, el nuevo presupuesto lo aumenta ahora hasta 220 millones de euros para este mismo año y 345 millones de euros para el próximo.
Desde hace meses desde Airbus DS (Alemania) se señala que Dassault, que se reservó el diseño del avión de combate del FCAS de Alemania, España y Francia, no colabora con los otros socios para que éstos aporten sus necesidades al diseño del sistema. También el socio alemán, que parece el más interesado en el programa conjunto, recela de que el diseño francés se imponga, una costosa dualidad para que además de ser un avión de despegue/aterrizaje en pistas convencionales, tenga una alta capacidad de operar desde portaaviones. Alemania no necesita dicha capacidad, y para los franceses es fundamental para poder relevar a sus Rafale Marine, que operan actualmente desde el “Charles de Gaulle” y en el futuro macro portaaviones que ya está en fase de diseño.
Mientras desde Paris se recela del mayor acercamiento en materia de defensa de Berlin con Washington, que se empezó a fraguar con el encargo de aviones de patrulla naval P-8 a la multinacional norteamericana Boeing para la Marina alemana, en detrimento de un programa conjunto con Francia. Dicha tendencia se refuerza, ya en el entorno de la Guerra de Ucrania, con el cierre de la compra de 35 aparatos F-35, mientras desde el tercer socio del programa FCAS se guarda un sospechoso silencio de “convidado de piedra”, seguramente porque Indra ha estado más pendiente del “asalto” a su Consejo de Administración por el binomio formado por Amber Capital (que también es el máximo accionista del Grupo Prisa) y el estatal SEPI, en una estrategia diseñada desde el palacio de La Moncloa.