Este domingo 7 de agosto finalmente tomó posesión como nuevo presidente de Colombia el ex guerrillero Gustavo Petro, el primer presidente que proviene de la izquierda en la nación neogranadina, tras haber resultado electo en los comicios que se celebraron el pasado 19 de junio, donde obtuvo más de 10 millones de votos.
El primer capricho del mandatario colombiano, una vez que juró como presidente fue que le llevaran la espada de Simón Bolívar, que es conservada por el Gobierno de ese país después que fue devuelta por el M-19 -guerrilla a la que perteneció el ahora presidente colombiano- en 1991, y que desde entonces estaba resguardada por el Ejecutivo neogranadino.
Apenas entró a la tarima ubicada en la Plaza Simón Bolívar de Colombia la urna de cristal con la espada del prócer venezolano, los asistentes comenzaron a corear el cántico impulsado por el dictador venezolano Hugo Chávez, que dice: «Alerta al que camina, la espada de Bolívar por América Latina».
Todos los representantes de los gobiernos de los países que fueron invitados a la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia se pusieron de pie y comenzaron a aplaudir el desfile que hicieron los cuatro militares con la urna que llevaba la espada, pero en una esquina de la tarima se pudo ver al Rey Felipe VI, que con una cara incómoda, prefirió mantenerse sentado, mientras los demás dignatarios se levantaron y aplaudieron el acto.
Las imágenes de la incomodidad del Rey Felipe VI se pueden apreciar en un video difundido por el periodista Gener Usuga, quien lo subió a su cuenta de Twitter, haciendo referencia a que el monarca había sido el único que no se puso de pie ante el desfile de la espada de Simón Bolívar, «la misma con la que el libertador combatió el ejército español hace más de 200 años», escribió el también activista político.
El Rey Felipe VI acudió a la toma de posesión del nuevo mandatario colombiano junto al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quienes primero se reunieron con el presidente saliente Gustavo Duque, y posteriormente el monarca se reunión con Gustavo Petro y su esposa, Verónica Alcocer, a quienes saludó minutos antes de que comenzara el acto de investidura.
La polémica espada
La espada de Simón Bolívar fue robada por los guerrilleros del M-19 en enero de 1974. Fue sustraída de la casa Quinta de Bolívar, ubicada en Bogotá, que servía como museo en honor al libertador venezolano. Posteriormente, el arma fue llevada a Cuba y de esa manera continuó su periplo por varios países, siempre en manos de grupos irregulares, hasta que finalmente en 1990 un ex comandante guerrillero colombiano, desmovilizado, se la entregó a las autoridades colombianas.
Este símbolo era el fetiche favorito del difunto dictador venezolano Hugo Chávez, quien se dedicó a hacer réplicas y a entregárselas a políticos afines a sus ideologías autocráticas, deportistas y a cuanta persona se le ocurriera que merecía una de ellas, como Muamar Gadafi, Evo Morales y Vladimir Putin, quien no solo tiene una, sino dos réplicas del arma del libertador venezolano (la primera se la dio Hugo Chávez y la segunda Nicolás Maduro).
Hasta el propio dictador venezolano Hugo Chávez recibió una réplica en su urna, en marzo de 2014, en un acto hecho en medio del sepelio que se prolongó durante 10 días, en la academia militar venezolana, donde Nicolás Maduro puso sobre el féretro una de las tantas réplicas que han hecho en Venezuela.
Durante las dos décadas que lleva la dictadura chavista – madurista secuestrando el poder en Venezuela, la espada de Simón Bolívar se ha convertido en un símbolo del patriotismo impulsado por los dictadores del país suramericano, y de hecho, el nuevo presidente colombiano pretendía que el arma estuviese presente durante su acto de juramentación, porque el presidente saliente Iván Duque lo habría prohibido.
Sin embargo, el ex guerrillero colombiano no se podía quedar con esa y fue la prima orden que dio como jefe de Gobierno, una vez que fue juramentado como Presidente. La idea de Petro era que la espada lo acompañara en el recorrido que pretendía hacer por las calles de Bogotá antes de la investidura y que estuviese en la tarima durante todo el acto.
Tras la orden del mandatario, una vez que asumió el poder, el evento de envestidura se paralizó hasta que llegaron los cuatro miembros de la guardia presidencial con la urna que llevaba en su interior la espada de Simón Bolívar, que en realidad no se sabe si es la real, pues mucho se ha dicho sobre el paradero de la original y sobre si en realidad era la que utilizó el prócer venezolano durante la gesta independentista en la que recorrió gran parte del continente suramericano.