Las elecciones para decano en el Colegio de Abogados de Madrid se han convertido en un patio de colegio. El actual representante de la institución, José María Alonso, ha priorizado por encima de todo sus vacaciones de verano para mantener un innecesario «misterio» sobre si se presentará o no. Pese a que le importa a cuatro abogados, lo cierto es que José María Alonso aún no ha confirmado (ni intención que tiene hasta que acabe sus vacaciones) si se presentará a la reelección o no. A esta candidatura hay que añadirle la de Raúl Ochoa, un abogado conocido en el sector por no salir muy bien parado con el mismo letrado que echó al expresidente de Ciudadanos Albert Rivera. Y por último, también se presentan el conocido abogado penalista Juan Ospina y el catedrático de Derecho Procesal Nicolás González-Cuéllar. Pero todos siguen pendientes de las vacaciones de José María Alonso y de si se lanzará a la piscina o no. Lo comunicará en septiembre cuando le venga bien, dicen.
Hay quien cree que José María agota los plazos para ver si los vientos soplan a favor o en contra. Pero desde luego no tiene un buen perder, tal y como detallan quienes le conocen, y no ha dejado de cesar a quien se le ha puesto en contra allá de donde pudiera echarle.
Las elecciones a decano en el Colegio de Abogados de Madrid no son necesariamente uno de los eventos más multitudinarios del año, pero sí se prevé que será un evento curioso dados los mensajes cruzados que se están dejando ver de algunos de los candidatos. Tanto Nicolás González-Cuéllar como Juan Ospina sopesan la posibilidad de centrarse en la candidatura y no echar más carne en el asador. Sin embargo, hay otros abogados que han tomado una vertiente algo distinta. El caso más sonado es el del actual decano, un viejo conocido entre los suyos que aún no quiere decantarse sobre si se presentará o no. El escenario está claro y los actores ya están preparados para el baile, sin embargo José María Alonso parece estar por encima del bien y del mal. Incluso ha dado orden al departamento de prensa de mantener una inexplicable incertidumbre que solo resolverá a mediados de septiembre, cuando vuelva de sus placenteras vacaciones.
Por supuesto, que José María Alonso no haya anunciado siendo el decano si se presentará o no a la reelección ha dejado atónitos a buena parte de sus colegas. Pero el hecho de que eluda las preguntas sobre si lo hará deja aún más sorprendidos a sus rivales. Nadie entiende que considere que su candidatura se mantenga en secreto hasta el último momento. Pero lo cierto es que lo que hay por detrás tampoco ayuda a calmar las aguas.
Sobre otro de los candidatos, Raúl Ochoa, también se empiezan a deslizar historias ante la posibilidad de que se haga con el cargo. Es un reconocido profesional que pocos abogados aseguran no conocer. De hecho, más de uno ha dejado caer su mala relación con el también conocido letrado Rafael Martínez Echeverría (quien trabajó con Albert Rivera para después sacarle del bufete) por una cuestión de clientes. Pero también se ha dejado notar en las últimas semanas la mala relación que une a Ochoa con el actual decano del Colegio de Abogados de Madrid. Pese a que aún no se sabe si José María Alonso se va a presentar, lo cierto es que muchos entienden que sí. Cuando Ochoa anunció en su momento su intención de concurrir a las elecciones, el decano tomó alguna que otra medida que muchos han relacionado con este hecho.
El decano forzó la destitución de Raúl Ochoa
Era abril de 2022 cuando el decano empujó, curiosamente en el mismo contexto en el que se hablaba de la candidatura de Raúl Ochoa, a través de la Junta de Gobierno del Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM), a destituir a quien ahora (si es que lo aclara tras la vuelta de vacaciones) es su rival en las elecciones. Esta destitución fue calificada por Ochoa como una «vendetta» personal contra él. Pero ahora llega el momento de la otra venganza. Quizá por este enfrentamiento se han empezado a conocer opiniones sobre la actividad profesional de Ochoa (especialmente aquellas que hablan de su paso por Martínez Echeverría) y han aparecido en escena agentes que hablan sobre cómo el abogado que ahora aspira a ser decano del Colegio de Abogados de Madrid mantenía ciertas actitudes «desleales», tal y como aseguran las fuentes, con sus socios.
Ante este inusual escenario calificado por otros abogados como «impropio» para unas elecciones, quedan vistos para sentencia los cuatro candidatos. De ellos, dos están haciendo más ruido en el proceso que cualquier representante político llegando en casos a ver escenas en las que sus compañeros deslizan la palabra «bochorno» por el «juego sucio» que se deja entrever. Al otro lado de esta batalla están tanto Juan Ospina, un joven abogado penalista que se ha dado a conocer en los últimos años por su trabajo y un catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha que se ha alejado del ruido lo más que ha podido y que dedica su actividad profesional más a la enseñanza que a cualquier otra cosa.
Juan Ospina, otro de los candidatos, ha atendido a este medio y no se muestra tan contundente sobre su candidatura. Según declaraciones de Ospina, no descarta concurrir a las elecciones como decano porque lo ve como una opción de futuro. No ha querido entrar en más valoraciones con respecto a los que serían sus rivales y ha insistido en que cuantos más profesionales se presenten, mejor. Ospina entiende que así puede haber un debate más amplio y ha dejado claro que todos los que concurran a las elecciones serán tremendamente válidos.