La dimisión de Lesmes ahonda en el desprestigio de Pilar Llop y la pone (más) en el punto de mira

La dimisión de Carlos Lesmes ha ahondado en el desprestigio de la ministra de Justicia, Pilar Llop. El ministerio que dirige la magistrada tiene una función que Llop no está desempeñando bien: ser los ojos y los oídos del Gobierno en el Consejo General del Poder Judicial y en el Tribunal Supremo. Tanto es así que, desde hacía meses, el ministro de Presidencia de Gobierno, Félix Bolaños, estaba intentando cubrir las carencias de Pilar Llop sin demasiado éxito ante la incapacidad de la ministra de tender puentes con el CGPJ. El problema ha llegado con la dimisión de Lesmes. Pese a que todos estaban avisados, la ministra no tenía ni la menor idea de que el presidente del Supremo pretendía dimitir ese domingo por la tarde-noche, dejando al Gobierno en una posición complicada. El presidente, Pedro Sánchez, ya tiene claro que Llop es incapaz de desempeñar su función. Si la ministra estaba en el punto de mira, ahora se ha puesto en una posición más delicada, según fuentes socialistas.

Esa noche, la ministra pasó un mal rato. El Gobierno se queja desde hace meses de que no tiene ojos ni oídos en el Consejo General del Poder Judicial y Pilar Llop, lejos de solucionar un problema que su predecesor, Juan Carlos Campo, tenía controlado, ha ahondado más en la mala relación entre los vocales y el CGPJ. Cuando Carlos Lesmes publicó ese vídeo en el que dimitía, el teléfono rojo sonó en Moncloa. El presidente del Supremo había tomado una decisión que dejaba entrever una crisis institucional sin precedentes y Pilar Llop no había sido capaz de amortiguar el golpe. El Gobierno se enteró al mismo tiempo que toda la comunidad de Twitter. Y Llop se había quedado en una posición lo suficientemente delicada como para que temiera por su puesto.

Pilar Llop recibió una llamada desde Moncloa

Fuentes del Gobierno aseguran que Llop recibió una llamada desde Moncloa en la que afearon su incapacidad para darse cuenta de la dimisión. El propio presidente la recordó que no había cumplido sus funciones y Llop pasó automáticamente al número uno de los más buscados en la crisis de Gobierno. La ministra de Justicia tuvo su pataleta pertinente y se dedicó a intentar «vengarse» a su modo, pero no consiguió amortiguar el golpe. Las comparaciones son odiosas, pero Llop ha conseguido que en el Ejecutivo se añore a Juan Carlos Campo, a quien Pedro Sánchez cesó con una frialdad recordada por todos en el PSOE. Aún así, parece que la dimisión ha servido para algo y el presidente del Gobierno ha cedido más ante el PP para intentar que Alberto Núñez Feijoo acceda a renovar el CGPJ.

Aún así, de toda esta historia solo Llop ha salido mal parada. El Gobierno llevaba meses quejándose de que no encontraban la forma de establecer puentes y una buena relación con el CGPJ. Y tampoco es que hayan sido capaces de encauzarlo durante la fiesta nacional, dado que Margarita Robles ha hecho de las suyas para dejar claro que ella también tiene rencor a algunos vocales que no le guardan pleitesía. En el Ejecutivo tienen la necesidad de buscar a alguien que ayude a mejorar las relaciones con el Consejo y no saben de quién tirar, especialmente porque ya han cambiado de ministro de Justicia una vez durante la legislatura. Sin embargo, la salida de Llop, que era un rumor hasta ahora, se empieza a convertir en declaración de intenciones dada su incapacidad para tender puentes con el CGPJ.

La dimisión de Lesmes ha hundido la imagen de Llop en el Gobierno por el hecho de que dejó de manifiesto su incapacidad para tener ojos y oídos en el CGPJ. No es que se lleve mal con el ya expresidente del Tribunal Supremo, sino que no tiene ni un solo amigo en la casa que la pueda ayudar a entender los procesos que se viven dentro del Consejo. La dimisión de Lesmes fue una sorpresa para muchos, pero que lo fuera para la ministra de Justicia ha sido visto como una auténtica demostración de su incapacidad para llevar el cargo.

La idea del Gobierno es poner en marcha la crisis de Gobierno cuanto antes, pero quieren dar margen. Enero es una fecha que sopesan en el Ejecutivo porque Pedro Sánchez no contempla presentarse a las elecciones con ministras como Llop o Teresa Ribera en la primera plana política. Sin embargo, la necesidad de renovar el CGPJ cuanto antes ha puesto de manifiesto que el PSOE necesita tener más control en el Consejo por mucho que vayan a conseguir el objetivo inicial. Y Sánchez ya no cuenta con Llop para este tipo de empresa.