El Gobierno tiene un descontrol inaudito en materia judicial. La culpa la tiene Pilar Llop, la ministra de Justicia que no se enteró del cese de Carlos Lesmes pese a que era la crónica de una muerte anunciada. Todo esto ha hecho que, sumado a la presión de Meritxell Batet, más de uno en el Consejo de Ministros deje caer que echan de menos al predecesor que echaron de una forma tan fría como incomprensible. La llegada de Llop tenía un tinte más electoral que otra cosa. Querían prepararla para ser la candidata del PSOE en la Comunidad de Madrid. Pero la necesidad de tener un ministro de Justicia «en condiciones» ha dejado claro que el cese de Juan Carlos Campo fue, además de prematuro, un error para un PSOE que ahora adolece de no tener ningún tipo de control en el Consejo General del Poder Judicial. El problema es que su vuelta no se contempla. No como ministro, al menos.
Juan Carlos Campo, pese a no haber conseguido grandes avances en materia de renovación del CGPJ, algo que le costó el puesto, se ha convertido en uno de los exministros más deseados en el PSOE. La dimisión del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, ha dejado en evidencia que Pilar Llop tiene la misma relación con el órgano de la justicia que cualquier ciudadanos de a pie. No solo no se enteró de lo que era la crónica de una muerte anunciada, sino que además reaccionó con varias pataletas ante los vocales ante el asombro de quienes componen el Gobierno. Todo esto ha dejado de manifiesto y en relieve que el trabajo de Juan Carlos Campo fue mucho más fino de lo que el Ejecutivo creía. Entonces pedían un imposible y ahora se han dado cuenta de que el cese del ministro fue un error, algo que comentan en muchas instancias de las sedes socialistas.
Para Juan Carlos Campo, su némesis fue el bloqueo del Partido Popular. El problema es que este bloqueo protagonizado por Pablo Casado era insalvable dado el empeño de sus asesores de mantener el control de algunos tribunales. Pese a ello, Campo fue capaz de mantener una relación muy fluida con el Consejo General del Poder Judicial, una casa que respetaba profundamente y con la que mantenía lazos a todos los niveles. Ver a Campo pasear por el CGPJ era común. Y verle recibir al presidente del Consejo o a cualquier otro magistrado era completamente frecuente. Sin embargo, con Llop, la película es bien distinta.
Meritxell Batet ha sido la primera en escuchar estos comentarios
Fuentes del PSOE aseguran que son muchos los ministros que añoran a Juan Carlos Campo. Y más después de la dimisión de Carlos Lesmes. La frase de que esto no habría sido así si estuviera Campo se ha dejado escuchar más de una vez dada la relación que el exministro mantenía con los magistrados. Meritxell Batet ha sido la primera en escuchar estos comentarios. Pero hasta en Moncloa empiezan a ver como un error el que cesaran a Campo de esa forma tan fría y poco justificada. El exministro de Justicia se ha hecho grande después de salir del Gobierno, pero ahora no tiene ninguna intención de volver al ruedo. Al menos de momento.
Pilar Llop ha hecho grande a Campo. O al menos ha hecho justicia a un trabajo que pasó por completo desapercibido para los altos miembros del Gobierno que esperaban auténticos milagros que además dependían de cuestiones políticas e internas de otros partidos. En cualquier caso, la tentación de tirar de Campo en estos momentos se ha pasado por la cabeza de más de uno en el PSOE, pese a que les dé vergüenza plantearse utilizar a Juan Carlos Campo como ministro de Justicia en la sombra en estos momentos tan complicados para el Consejo General del Poder Judicial.
Entretanto, quien más echa de menos a Juan Carlos Campo y quien más lamenta esa fría llamada del presidente del Gobierno al que ya es exministro de Justicia es el ministro de Presidencia de Gobierno, Félix Bolaños. Este hombre de confianza de Sánchez que se ha convertido en el mayordomo de confianza del presidente vale tanto para un roto como para un descosido. Ahora es él quien ha asumido las funciones de una Pilar Llop desparecida para intentar reencauzar la relación entre el Ejecutivo y la Justicia. Aún así, parece que a Bolaños le siguen faltando fuentes en este ámbito dado que él tampoco fue capaz de darse cuenta de que Carlos Lesmes había presentado su dimisión. No al menos hasta el momento en el que todos se dieron cuenta por las redes sociales.