El Relator Especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Olivier De Schutter, ha pedido a los gobiernos que prohíban la aporofobia –discriminación contra las personas en situación de pobreza–, al igual que el racismo, el sexismo y otras formas de discriminación.
Así aparece recogido en un nuevo informe publicado por el Relator Especial, en el que analiza cómo funciona la discriminacióncontra las personas en situación de pobreza y cómo puede abordarse. Además, ha trasladado esta petición ante la Asamblea General de la ONU reunida en su 77 sesión en Nueva York.
«Las personas son estereotipadas y discriminadas por el mero hecho de ser pobres. Esto es francamente enfermizo y una mancha en nuestra sociedad», ha manifestado el experto en pobreza de la ONU Olivier De Schutter.
Por ello, ha reclamado a los gobiernos que revisen urgentemente sus leyes contra la discriminación, y que consideren la posibilidad de emprender acciones positivas «a favor de los pobres», para garantizar la erradicación de la aporofobia, sobre todo, en el contexto actual de aumento de la pobreza por el incremento global de los precios de la energía y los alimentos.
«A medida que el aumento mundial de los precios de la energía y los alimentos arroja a millones de personas más a la pobreza, hay que protegerlas no solo de los horrores de la pobreza, sino también de la humillación y la exclusión causadas por la lacra de la aporofobia», ha remarcado.
También ha advertido sobre «la creencia, peligrosamente errónea, de que las personas que viven en la pobreza son culpables de su condición y, por tanto, socialmente inferiores», una idea que, según ha lamentado, «está firmemente arraigada en la sociedad y no desaparecerá por sí sola».
En este sentido, ha insistido en que «ya es hora de que la ley intervenga para prohibir la discriminación por motivos de estatus socioeconómico, como ya han hecho muchos países por motivos de raza, sexo, edad o discapacidad».
El informe del Relator Especial de la ONU constata que la aporofobia se ha arraigado en las instituciones públicas y privadas, en gran medida porque los puestos de decisión suelen estar ocupados por personas de mayor nivel de ingresos, lo que sesga el sistema en contra de las personas en situación de pobreza.
Se detallan casos en los que se ha denegado el acceso a determinadas escuelas a niños de familias con bajos ingresos, los empleadores han juzgado más duramente los currículos cuando la dirección sugiere que la persona vive en la pobreza y los propietarios se han negado a alquilar apartamentos a inquilinos que reciben prestaciones sociales. Asimismo, revela casos de jueces que dictan sentencias más duras basándose en estereotipos contra los pobres.
Igualmente, el estudio muestra que los estereotipos negativos contra las personas con bajos ingresos también son frecuentes en los servicios sociales, donde las personas que solicitan prestaciones sociales han denunciado que son tratadas con sospecha y desprecio.
Por ello, según precisa el documento, millones de dólares en prestaciones quedan sin reclamar, ya que los potenciales beneficiarios optan por evitar la humillación de solicitarlas.
«La pobreza nunca se erradicará mientras se permita que la aporofobia se agudice, restringiendo el acceso a la educación, la vivienda, el empleo y las prestaciones sociales a quienes más lo necesitan», ha zanjado De Schutter.