Santos Cerdán se ha convertido en el nuevo José Luis Ábalos, pero con algo más de elegancia. El que ejerce de secretario de Organización del PSOE se ha hecho con todo el poder interno ante la sorpresa de más de uno. El problema es que sus métodos empiezan a generar cierto malestar dentro de la formación. Primero acabo con Ábalos con una “traición” que todavía comentan en los pasillos de Ferraz. Luego apartó a Adriana Lastra, su compañera de juerga en los asuntos internos del PSOE. Y ahora ha maniobrado junto a Juan Lobato para acabar con Mercedes González, la delegada del Gobierno en Madrid. Todo esto le ha valido el título de “fontanero oficial del reino”, pero también le ha granjeado algún que otro enemigo en la formación.
El que reciba una llamada de Santos Cerdán se puede echar a temblar. Ahora mismo es quien se encarga de todas esas labores de fontanería que Moncloa quiere ejecutar con cierta discreción. La diferencia es que Santos Cerdán tiene una peculiar forma de ejercer su profesión: busca alianzas temporales con chivos expiatorios para que ejecuten por él los encargos que vienen de arriba. La última alianza la ha urdido con Juan Lobato, a quien desde Ferraz aseguran que tienen como cabeza de lista en la Comunidad de Madrid porque auguran un fiasco monumental en las próximas elecciones.
Santos Cerdán no tiene amigos en el partido, de hecho ya le llegan las primeras críticas por cómo está acomodando el Ayuntamiento de Madrid para la ministra de Industria, Comercio y Turismo, María Reyes Maroto. Mientras que Santos Cerdán se obsesionó con llamar todos los días que podía a las concejalas Mar Espinar y Enma López para recordarles que no podían salirse del tiesto ni buscar más protagonismo del necesario, ahora se ha dedicado a hacerles proposiciones muy decentes para que abandonen el consistorio y no monten unas primarias. Esto al mismo tiempo que trata con Moncloa para trabajar en cómo acomodar a otras ministras fuera del Consejo y conseguir llevar a cabo una crisis de Gobierno encubierta.
La otra socialista a la que Santos Cerdán ha enseñado la puerta de salida con elegancia ha sido a Carolina Darias. La ministra de Sanidad sabía desde hacía meses (gracias a los sutiles comentarios del secretario de Organización del PSOE) que su futuro no pasaba por la capital ni por el Congreso de los Diputados; su futuro estaba en Canarias, su tierra. Cuando anunció el pasado jueves que sería la candidata a la alcaldía de Las Palmas, nadie se sorprendió, pero atribuyeron su cese encubierto a otro gran trabajo del fontanero oficial del reino.
Este socialista tan temido ha tenido siempre claro que quería ser el fontanero del PSOE. Fuentes del partido recuerdan con cierto cariño la trampa que le tendió a José Luis Ábalos y los miles de comentarios secretos que le susurraba al oído al presidente del Gobierno para que el exministro de Transportes acabara fuera del Ejecutivo. También lo recuerdan con una Adriana Lastra que se había convertido en una auténtica ‘bully’ con los suyos en el momento en el que la colocaron para gestionar los asuntos internos del partido. Y lo ha seguido haciendo con todos los encargos que ha recibido por parte de la Moncloa. No es Iván Redondo, pero Santos Cerdán es efectivo cuando se lo propone.
De alguna manera, Santos Cerdán ha ocupado las funciones que antes llevaba José Luis Ábalos hasta el punto de que se ha convertido en un killer capaz de acabar con el socialista que se proponga. La nueva empresa de Santos Cerdán no es sencilla. Fuentes del PSOE aseguran que el secretario de Organización del PP tiene la misión de llevar a cabo una crisis de Gobierno encubierta y sacar a varios ministros antes de las elecciones. Lo ha conseguido con Reyes Maroto, ahora con Carolina Darias y le queda alguna vicepresidenta y otro nombres reconocidos. Solo habrá que ver si los enemigos de Santos Cerdán no le fulminan antes de que arranque la purga. Y no son pocos los que quieren su cabeza.