La Audiencia de Valladolid ha acogido este martes una comparecencia en la que el acusado de retener a su expareja durante cuatro días en el piso de ésta, Aarón H.G, ha ratificado el acuerdo alcanzado con la fiscal del caso para aceptar una condena global de seis años y un mes de cárcel, en lugar de los trece que inicialmente pedía para él la acusación pública.
Junto al delito de detención ilegal, el citado individuo se ha reconocido también autor de otros de quebrantamiento de condena, amenazas, dos de maltrato, uno de coacciones y otro de injurias, con lo que, además de la pena privativa de libertad de más de seis años, ha asumido la prohibición de acercarse a la víctima y comunicar con ella por espacio de 15 años, un total de 135 días de trabajos en beneficio de la comunidad, una multa de 1.620 euros y el pago al Sacyl de 101,41 euros por los gastos de asistencia prestados a la mujer.
Su hermano José Ramón, que se enfrentaba a cinco años de cárcel, también ha pactado una condena inferior, en este caso de dos años como cómplice del delito de detención ilegal, junto con la prohibición de acercarse a la víctima y comunicar con ella por espacio de seis años, según el acuerdo.
El principal encausado mantuvo una relación de pareja con la víctima de casi un año, entre enero y el 20 de noviembre de 2021. Dos días después de la ruptura, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer dictó una orden de protección que prohibía acercarse a Aarón al domicilio de ella con motivo de la denuncia que había interpuesto.
Pese a ello, el 13 de diciembre el acusado la abordó en la calle Portillo de Balboa cuando se dirigía a su trabajo en una cafetería y, tras ser recriminado por la víctima, la amenazó con matar a sus padres y su hermano y con prepararla en el referido establecimiento.
Al ver en el lugar un coche de la policía, Aarón abandonó el lugar corriendo, no sin antes arrebatar a su ex las llaves de casa que llevaba en el bolso y advertirle que la mataría si le denunciaba.
Terminada la jornada laboral, la mujer fue abordada de nuevo en la calle por su ex y, tras amenazarla ahora con matar sus mascotas, la obligó a ir a comisaría para decir a la policía que la persona que la había abordado cuando iba a trabajar era su hermano José Ramón, el otro coacusado.
A la salida de comisaría Aarón y su expareja fueron al domicilio de ella, donde pernoctaron, pero cuando a la mañana siguiente la mujer se disponía a salir para acudir al trabajo, el acusado se lo impidió y la dejó encerrada. Pidió auxilio enviando un mensaje de texto al hermano de su captor, quien el día 15 les llevó comida pero no hizo nada por evitar que se prolongara el cautiverio.
CELOS POR UNA SUPUESTA NUEVA RELACIÓN
El encierro se prolongó hasta el día 17, con horas de tensión en las que Aarón, con sospechas de una nueva relación entre la mujer y el jefe de ésta, advirtió que solo la dejaría salir si le confesaba quién era la persona que le gustaba.
Fue finalmente ese mismo día cuando ella, en un descuido de su supuesto carcelero, logró huir de casa para acudir a la cafetería para recoger el finiquito, ya que había sido despedida por no haber ido a trabajar, y luego se refugió en casa de su abuela. Entre tanto, Aarón no cesó de mandarle mensajes llamándola puta y exigiéndole que volviera a casa.
No contento con ello, el acusado se personó la madrugada del 18 de diciembre en la vivienda de la abuela de la víctima, fracturó la puerta de entrada de una patada y ya dentro le arrebató y destrozó el móvil con el que la mujer había dado la voz de alarma a la policía, la agarró del pelo, la tiró sobre la cama y la abofeteó.
La abuela, mientras, suplicaba para que Aarón no pegara a su nieta, a la que éste, a la fuerza, volvió a llevar a la casa donde había permanecido retenida cuatro días. Allí él se hizo cortes en el brazo y el pecho.
A esta situación puso fin la llegada de la policía, y ello a pesar de que inicialmente el acusado amenazó a la víctima para que no abriera la puerta a los agentes. Lo hizo poniendo un cuchillo sobre su gato y luego sobre su propia expareja, aunque finalmente desistió y le permitió que abriera la puerta tras comprobar que los policías se encontraban ya a punto de entrar en el piso.
Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió distintos hematomas y una crisis de ansiedad de la que tuvo que ser tratada.