El Dr. Pablo Odeley Puente advierte sobre el deterioro cognitivo y óseo por la alimentación de los cubanos

/COMUNICAE/

d4526ac5 b41a 40c2 92c6 8f130ddb0cf6 2 Moncloa

El doctor cubano-americano Pablo Odeley Puente Fumero, seleccionado como uno de los 100 mejores médicos del mundo, habla sobre su trayectoria, la medicina en Cuba y los países en los que ha ejercido

«El doctor cubano Pablo Odeley Puente Fumero nació en Camagüey y ha trabajado como médico en Venezuela, Colombia, EEUU y España, donde reside ahora. Puente ha sido seleccionado recientemente por Global Summits Institute (GSI) como uno de los 100 mejores médicos del mundo. Este listado sirve de referencia, en ocasiones, a importantes publicaciones, como la revista Forbes

«A pesar de estar en este listado, considero que hay muchos médicos en Cuba que merecen más que yo esta oportunidad, porque son excelentes profesionales. Con algunos tuve la oportunidad de trabajar y estudiar. Mi preparación básica fue en Cuba, tuve muy buenos profesores. La educación no había degenerado tanto como ahora. Eran seis años muy fuertes, muchos tenían que abandonar la carrera, se estudiaba Medicina en esa época. Me fui por la misión Barrio Adentro en Venezuela y opté por la de ‘barrio afuera’ , y pude emigrar a EEUU». Comentó el doctor Puente a Wendy Lezcano para el sitio de prensa DIARIODECUBA.

Para el doctor, que ha sido reconocido en la Comunidad de Madrid por su ayuda a refugiados de la guerra en Ucrania, los médicos cubanos son muy fuertes en la parte clínica, «en dar un diagnóstico certero con muy pocos recursos». 

«Cuando los cubanos salimos al extranjero hay críticas sobre nuestro conocimiento tecnológico, no saber encender un respirador, algún equipo. No somos tecnológicamente desarrollados a nivel de Suiza o EEUU. Cuando llegué y vi un hospital por primera vez, me parecía que estaba en una nave espacial».

Sobre sus comienzos en EEUU, Puente Fumero cuenta que no es un país fácil para ejercer como médico siendo cubano. «Son cuatro exámenes, el precio del primero es de 800 dólares y va subiendo hasta el examen final. Te puedes sentir frustrado cuando no logras acceder a alguna especialidad. Cuando las dan son en lugares a donde nadie quiere ir, como Alaska, algunos tienen suerte y les toca en Puerto Rico o alguna isla con programas de rotación. Cuando empiezas tienes que estar preparado para cuidar a una persona mayor o fregar platos, aunque seas médico. En una ocasión fregué platos y duré cuatro horas, fueron los 140 dólares que más he apreciado en mi vida».

Ya trabajando en EEUU, Puente Fumero recibió una oferta de trabajo importante en España y ahora reside en Madrid. «Cuando llegas a España eres un médico generalaunque tengas una especialidad. Para que te puedan reconocer otros compañeros tienes que trabajar bastante, hacer muchas guardias y prepararte, la medicina está en constante transformación. Debes hacer maestrías, postgrados, vincularte a procesos de investigación, ese fue el camino que yo tomé», cuenta.

«Los títulos de antes de 2016 se homologan fácilmente en España. Para la especialidad tienes dos opciones, o hacer el examen Médico Interno Residente (MIR), o aplicas a un proceso de homologación de la especialidad que dura de dos a tres años».

Preguntado sobre las consecuencias de la pobre alimentación que han tenido varias generaciones de cubanos, Puente Fumero señala que «puede causar deterioro cognitivo, trastornos cervicales y óseos por el déficit de calcio».

«La población cubana sufrió durante mucho tiempo de neuritis periférica, en Cuba le decían ‘Veri Veri’. La dieta es muy básica, cuando comparas una generación actual de cubanos con una de americanos o europeos, te das cuenta de que son diferentes cognitivamente, carentes de vitaminas, calcio, la composición muscular es diferente, y parte de esto se debe a la alimentación». 

«En EEUU es todo lo contrario, hay mucha comida chatarra con alto contenido de hormonas y antibióticos que usan para lograr mantener una producción más alta y esto produce obesidad y enfermedades cardiovasculares. En Europa es distinto, son muy estrictos con todo lo que se come, las personas tratan de cuidarse mucho más y tienen mayor educación referente a eso. El cubano que se levanta y va para una cola a buscar un pan tiene una situación completamente diferente».

El doctor Puente Fumero prestó servicios en la Cruz Roja Cubana como voluntario cuando estudiaba. Allí llegó a desempeñar el cargo de presidente de la sección juvenil nacional entre los años 2006-2009.

«La Cruz Roja en Cuba, supuestamente, es una organización independiente al Gobierno. En la práctica el presidente nacional de la Cruz Roja es el Ministro de Salud Pública. La parte juvenil es una estructura paralela a todo esto. La función de nosotros era desarrollar actividades con los jóvenes. Me impliqué mucho en ese trabajo, cuando haces demasiado y el Gobierno lo nota te empieza a poner trabas, y cuando logras salir al extranjero ya eres el foco de atención y sabes que tienes que irte de ahí».

Interrogado sobre su opinión en cuanto al futuro de su profesión, Puente Fumero considera que ng>»la Medicina como la conocemos ahora desaparecerá».

«El mundo y la Medicina han evolucionado. Durante la pandemia la teleconsulta, que era algo en lo que casi no se pensaba, pasó a formar parte de la vida cotidiana. Con esto se ahorra tiempo y dinero. Hay muchos sistemas que integran dispositivos integrados que capturan la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca y respiratoria del paciente al otro lado de la pantalla».

«Llegará el momento en que los médicos serán ingenieros informáticos. En la parte quirúrgica hay robots computarizados que prácticamente hacen todo, los médicos ponen los códigos y supervisan el proceso. La precisión que se alcanza es mucho mayor».

Puente Fumero, quien trabaja en urgencias en España, advierte que el médico que quiera ser bueno de verdad tiene que leer todas la noches, buscar las revistas médica, consultar al Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). 

Fuente Comunicae

notificaLectura Moncloa