El secretario general del PSOE de Madrid tiene un problema. La diputada Pilar Sánchez Acera, quien gestionaba todos los problemas en la Asamblea, se ha marchado a Moncloa y Juan Lobato ha decidido colocar en su lugar a alguien de su máxima confianza; y no hablamos de Jesús Celada, portavoz adjunto del PSOE en la Asamblea de la Comunidad de Madrid. Lobato ha confiado en Marta Bernardo, diputada y secretaria de Organización del PSOE-M. Y con esta decisión ha dejado claro que a nivel interno prefiere la gestión de Bernardo que la de quien se cree que es su número dos: Celada. Aún así, desde el PSOE de Madrid insisten en que Celada tendrá un papel importante en este partido siempre que obtenga un resultado decente en las elecciones. Pero los celos se han dejado ver y notar en el seno de la formación madrileña.
La salida de Sánchez Acera ha dejado un agujero enorme en la Asamblea que Lobato ha querido cubrir con una persona de su máxima confianza. Sánchez Acera era quien gestionaba absolutamente todo el partido dentro de la Asamblea dado que Lobato estaba más centrado en su campaña electoral temprana que de los asuntos internos parlamentarios. La diputada Pilar Sánchez Acera se ha marchado a Moncloa seducida por Óscar López, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pero ya había verbalizado sus ganas de dejar la Asamblea cuando Ángel Gabilondo perdió estrepitosamente las elecciones de mayo de 2021. Con todo esto, no ha sorprendido la salida de Sánchez Acera, pero sí el nombramiento que ha hecho Juan Lobato en calidad de su sustituta.
Marta Bernardo es la elegida. Esta diputada es la fontanera de Lobato dentro de ese PSOE de Madrid tan tocado y dividido a nivel interno. El problema es que la confianza que ha demostrado por Bernardo no la ha demostrado por Jesús Celada. De momento no parece que esa carrera de fondo que le pidió Lobato a Celada se haya fraguado con un gesto de buena fe ni con confianza, pues los celos de Celada por el nombramiento de Bernardo son uno de los puntos más comentados en los pasillos de la Asamblea. El hecho de que no haya colocado a Celada en una posición de poder en la Asamblea tras la salida de la eficiente Pilar Sánchez ha dejado claro que Lobato tiene otros planes para Celada, pero serán necesariamente en cuestiones de gestión interna.
Celada de momento sigue en un papel discreto que le ha traído alguna que otra salida en los medios de comunicación, pero no ha conseguido un papel predominante dentro del partido. No es una persona que goce de mala fama en el PSOE de Madrid. Incluso los hostiles a la candidatura de Lobato y a la forma de hacer política y de gestionar a nivel interno el partido reconocen que Celada es una persona válida que está capacitada para crecer dentro de la formación. Pero ha sorprendido que Lobato no haya contado con él ni como apoyo para Marta Bernardo, quien sí ha recibido un espaldarazo del secretario general.
Juan Lobato tiene solo claro que lo que tiene que hacer es centrarse en su campaña temprana y necesita gente que le quite todas las cuestiones de gestión interna y asamblearia que se le presenten por delante. Quiere delegar y para ello busca perfiles con capacidad de gestión, no políticos que vayan a tener otro papel. El problema es que esas promesas de un papel predominante en un futuro parecen vacías cuando desde el propio PSOE reconocen que no tienen ninguna esperanza en conseguir un buen resultado en las elecciones de mayo. Como mucho, superar a Más Madrid, pero esto no les dará capacidad de gobierno. Y sin la Comunidad de Madrid, solo quedan cargos internos en el partido o puestos en la Asamblea.
Son muchos socialistas madrileños los que creen que esta decisión entierra el futuro político de Jesús Celada por el momento. Ser portavoz adjunto ya es un premio decente y aplaudido, pero no suficiente dada la vacante que se ha quedado libre con la salida estrepitosa y esperada de Pilar Sánchez Acera. Si Celada no encuentra acomodo en la Asamblea o en el partido, difícilmente tendrá, según detallan las fuentes, la capacidad para ascender bajo el amparo de un Lobato llamado a ser, como mucho, el líder de la oposición, tal y como se desprende de las encuestas.