Mañueco ya no quiere trabajar y entrega las llaves de Castilla y León a García-Gallardo

Son muchos los que relatan que a Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León, no se le ve por los pasillos. Está feliz, sale a comer todos los días en restaurantes buenos y se reúne con algunas de las fuerzas vivas de su comunidad autónoma, pero no tiene mayor intención de generar fricción a nivel interno. No quiso echar a su consejero más polémico, Juan Carlos Suárez-Quiñones, y no ha querido oponerse a algunas medidas que quiere sacar adelante su socio de Gobierno por evitar mayores problemas y por mantenerse en el poder sin exabruptos. Lo cierto es que Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, se ha hecho con las llaves de la autonomía mientras Mañueco ignora persistentemente las directrices que vienen de un bunkerizado Alberto Núñez Feijoo, presidente del Partido Popular.

Fuentes del gobierno autonómico dejan claro no solo que Juan Carlos Suárez-Quiñones respira tranquilo después de muchos meses de tensión por haber sido el consejero de Medio Ambiente bajo el que se ha quemado más superficie de Castilla y León. Pero no es el único, según relatan. Todos saben que Alfonso Fernández Mañueco tiene claro que quiere acabar la legislatura sin demasiados problemas, razón por la que tanto Vox como los propios consejeros hacen lo que quieren. La premisa es que saben que el presidente de Castilla y León no hará caso a las directrices que vienen de Génova. Feijoo no quiere ceder ante Vox y mucho menos dar rienda suelta a su ala más dura a nivel político, pero el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, ha tenido la libertad de sacar adelante una reforma del aborto que ha tensado incluso a los propios dirigentes populares. Escuchar el latido del feto antes de abortar parece una medida sacada directamente de la Iglesia, pero a Mañueco no le importa nada.

Las decisiones que ha tomado Juan García-Gallardo no han tenido oposición por parte del Partido Popular. De hecho, Vox ha conseguido sacar adelante todas y cada una de las medidas más tensas que ha llevado a cabo o que ha puesto encima de la mesa porque Mañueco mantiene una actitud absolutamente pasiva ante la presión de Vox. Esto concuerda con el mensaje que lanzan desde Génova al decir que Mañueco no tiene ningún tipo de sintonía con Feijoo y con la doctrina que llevó a cabo. Más de uno recuerda cómo aprovechó el periodo entre el mandato de Pablo Casado y el nombramiento oficial de Feijoo en Sevilla como presidente del PP para pactar con Vox pese a que sabía que el expresidente de la Xunta no quería llegar a ningún tipo de acuerdo con Vox. Ahora, Mañueco funciona por libre y solo quiere acabar la legislatura sin problemas.

La entrega es total. Juan García-Gallardo no solo ha conseguido llevar adelante medidas polémicas como la de escuchar el latido del feto como obligación para las que quieran abortar, sino que también ha podido llevar adelante medidas como las relacionadas con la energía nuclear sin que el PP dijera nada. Los populares saben que es su última legislatura y no quieren guardar las formas ante nadie. Y Vox se aprovecha de las necesidades de comodidad de Mañueco para hacer lo que les viene en gana a nivel político. Ahora mismo la sensación de que Juan García-Gallardo es el presidente de la Junta de Castilla y León de facto impera en toda la administración.

Muchos hablan del coche oficial de Alfonso Fernández Mañueco, de los paseos por buenos restaurantes del presidente de Castilla y León junto a otros políticos o pesos pesados del mundo empresarial o de directamente se va a veces pronto a casa porque no quiere quedarse más de la cuenta en el despacho.