Son seis, aunque Miguel Tellado tiene mucho que decir también en el Partido Popular. Hablamos de Marta Varela, Marcos Gómez, Mar Sánchez, Luis de la Matta y Álvaro Pérez, además del propio Alberto Núñez Feijoo. Entre todos han llegado a la conclusión de que no sumarán los votos suficientes como para poder gobernar en solitario. El problema es que los gallegos de Génova no quieren ni oír hablar de la posibilidad de gobernar con Santiago Abascal, y mucho menos después de lo ocurrido con Alfonso Fernández Mañueco y Vox en Castilla y León. La estrategia pasa por buscar, ya sea vía reforma de la ley electoral o vía pacto no escrito con el PSOE, la gran coalición. Un plan que ya puso en marcha el expresidente del PP Pablo Casado y que ahora se ha reactivado gracias a la obsesión por apostar por la moderación de Alberto Núñez Feijoo.
La estrategia del clan gallego es simple: tienen que poder gobernar con una abstención del PSOE como mínimo y hay que conseguirlo por cualquier medio. El problema es que dada su posición, especialmente con la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el PSOE no cederá a apoyar a la lista más votada cuando, además, tiene las encuestas en contra. Aún así, el clan gallego ha encontrado la forma de hacerle llegar al PSOE una oferta que le ha costado rechazar. La idea era que si los socialistas de Pedro Sánchez se comprometían a apoyarles en caso de ser la lista más votada tras las elecciones generales, ellos romperían el gobierno con Vox en Castilla y León. Por supuesto, el PSOE no lo ha aceptado ni ha dado oportunidad de hacerlo, pero desde Génova no dejarán de insistir en este tema, pues tienen otra vía abierta.
El clan gallego también tiene intención de buscar la vía de la reforma de la ley electoral. El plan es que sea la lista más votada la que gobierne porque saben que el PP obtendrá previsiblemente más escaños que el PSOE. Con este escenario, el Gobierno sabe que al menos el Partido Popular no quiere pactar con Vox bajo ningún concepto. Alberto Núñez Feijoo ha entendido que es fundamental seguir la estrategia de la moderación para conseguir hacerse con el control de los votantes conservadores. La obsesión por dejar de lado a Santiago Abascal se ha avivado con lo ocurrido en Castilla y León y la pretensión de Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta autonómica, de que las mujeres que quisieran interrumpir su embarazo tuvieran que escuchar el latido del feto antes de hacerlo.
Sin la ley electoral y con un PSOE que bloquea absolutamente y sin dudarlo cualquier tipo de vía de negociación con el PP (ahora han declinado negociar el decreto anticrisis remitiéndoles al grupo socialista). El Partido Popular quería en su momento utilizar las fricciones con Podemos, pero saben que el presidente no tiene demasiado problema en relacionarse con los morados para conseguir sus objetivos políticos. El plan se complica. Castilla y León no ha servido para hacer que el PSOE pase por el aro y tampoco ha servido utilizar el miedo a Podemos o la reforma de la ley.
La otra cara de la moneda es Vox. El partido se desinfla en las encuestas desde verano y no saben cómo reanimar la formación. Los mensajes de García-Gallardo les ha cerrado más la posibilidad de seducir el voto moderado popular. Con este escenario, Santiago Abascal se está convirtiendo en una llave de Gobierno con poco que decir dada la obsesión del clan gallego de quitarse de en medio a todo radicalismo o extremismo que se acerque por la derecha (y por la izquierda, evidentemente). Vox no tiene una estrategia definida más que robarle al PP todos los votantes que pueda. Pero no parece que vayan a tener voz o voto en el nuevo Ejecutivo.