El Gobierno ya no disimula su idílica relación con la dictadura de Nicolás Maduro

La dictadura de Nicolás Maduro se anota un nuevo triunfo internacional al lograr el pleno reconocimiento como presidente de Venezuela por parte del Gobierno que lidera Pero Sánchez, que ha decidido ir de frente y mostrar al mundo que la reconciliación con el régimen venezolano ya es plena, a pesar de todas las denuncias sobre violaciones de derechos humanos que pesan sobre los funcionarios venezolanos.

Finalmente, la semana pasada las autoridades del Ministerio de Asuntos Exteriores han recibido las cartas credenciales de la nueva embajadora enviada por Nicolás Maduro, Coromoto Godoy, mientras que en Venezuela el dictador venezolano recibió al embajador Ramón Santos en el Palacio de Miraflores para aceptar sus credenciales.

Para Maduro esta victoria es de significada importancia, debido a que es el primer país de la Unión Europea que le abre los brazo, tras más de tres años de la ruptura que hubo con el régimen venezolano, a raíz de las denuncias sobre los resultados de las elecciones de 2019, que reeligieron al dictador venezolano para el periodo 2019 -2025 y tras la designación del exdiputado Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.

Para ese entonces el presidente Sánchez fue uno de los 52 gobiernos que reconocieron a Guaidó como presidente de Venezuela y exhortaron a las autoridades del país suramericano a realizar un nuevo proceso de elecciones con garantías democráticas, reconociendo además que el proceso que se había celebrado estaba viciado.

Sin embargo, desde mediados del año pasado, tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, y el inicio de la crisis energética en Europa, la dictadura de Nicolás Maduro comenzó a gestionar la reconciliación en los escenarios internacionales y España fue uno de los primero en morder el anzuelo, debido al interés por el petróleo y el gas, ofrecidos por el régimen venezolano, como alternativa a la dependencia que Europa tiene de los recursos rusos, pero la condición era que se levantaran las sanciones impuestas contra los funcionarios venezolanos.

Sin embargo, España vaciló sobre esta petición y tras un encuentro entre el ministro de Asuntos Exteriores y el excanciller de Venezuela, Carlos Faría en el marco de la la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas fue el preámbulo para una reconciliación que busca convalidar la estrategia internacional de la dictadura venezolana, de vender ante el mundo entero que el país se ha recuperado de la crisis económica y política, a pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.

La embajadora enviada por Nicolás Maduro llegó a España a mediados de noviembre, con la misión de gestionar la reconciliación con el gobierno de Pedro Sánchez, como el primer paso para que el dictador venezolano sea posteriormente aceptado y recibido por el resto de los países de la región. Sin embargo, las autoridades venezolanas saben que la tarea no será tan sencilla en el resto de Europa.

El régimen venezolano está jugando a vender el país como un terreno ideal para hacer inversiones, pasando por alto la debilidad jurídica a la que están sometidas las empresas privadas en ese territorio, donde las últimas dos décadas los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han llevado a la quiebra a todo el aparato productivo, mediante la elaboración de leyes y decretos con excesivos controles sobre las compañías, expropiaciones y un férreo control de cambio que impedía la inversión.

Sin embargo, la alternativa para Venezuela para tratar de salir de la crisis económica ha sido una dolarización de facto y la relajación de los controles económicos que durante el último año ha generado una burbuja económica y que ahora está siendo utilizada por el régimen para vender la imagen de que Venezuela se recuperó y que está abierta a las inversiones económicas y es justamente eso lo que ha privado en la reconciliación de España con Venezuela, que Pedro Sánchez está priorizando el tema económico y energético, por lo que en este momento se encuentran en una especie de «luna de miel» con la dictadura venezolana.

Todo ello a pesar de que España ha sido el país de Europa que más venezolanos ha tenido que acoger como consecuencia de la crisis, pues se estima que hay por lo menos 600 mil venezolanos viviendo en el país, de los cuales la mayoría han llegado durante los últimos cinco años.

De hecho, una de las primeras consecuencias de esta reconciliación es la eliminación de la residencias por razones humanitarias que desde el año 2019 se otorgaba a los venezolanos, como una alternativa para regularizar a todos los que llegaban solicitando protección internacional, pues fuentes ligadas al Gobierno de Pedro Sánchez ratificaron la información de que es cuestión de semanas para que esto suceda y que mientras, se están evaluando alternativas, pues a pesar de que el chavismo puso esta petición como una de las consecuencias para retomar las relaciones y España cedió para concedérselo, las autoridades españolas están consientes de que hay un gran número de ciudadanos venezolanos que continúan llegando al país para rehacer sus vidas.

Por lo tanto, a pesar de que el idilio con la dictadura de Nicolás Maduro está en pleno apogeo, la realidad es que no todo es tan ideal como se lo ha querido vender Venezuela y desde el seno del Gobierno saben que esta situación podría traerle consecuencias negativas en este año electoral. De momento, España procura que la reconciliación sea lo más disimulada posible, pero la realidad es que las intenciones de retomar de lleno las relaciones están más latentes que nunca.