España es uno de los pocos países en los que la mujer no se cambia el apellido al casarse.

Durante siglos en España las mujeres al casarse perdían su apellido y adquirían el de su marido. 

Este derecho, se mantiene hoy en día, a diferencia de otros países de Europa en los que la mujer al casarse pierde su apellido y pasa a ser conocida con el de su marido, y solo en caso de divorcio, lo recupera.