El Ministerio de Transportes de Raquel Sánchez, al menos su estructura, no se ha visto alterada lo más mínimo desde que José Luis Ábalos fuera cesado en la crisis de Gobierno de 2021. Nadie se atrevió a tocar a los secretarios de Estado, directores generales y funcionarios nivel 30 porque temían que hablaran más de la cuenta. Ni siquiera Raquel Sánchez fue capaz de hacer cambios profundos ni de cambiar las caras más polémicas del ministerio. El equipo que trufa Transportes es el de Ábalos, pero el fiasco de los trenes de Asturias y Cantabria ha dado la excusa a Moncloa para empezar a meter mano a través de la ministra Raquel Sánchez. Los primeros en caer han sido el presidente de Renfe, Isaías Táboas, y la secretaria de Estado de Transportes y expresidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera. Y ahora llegan los nuevos.
Son muchos los altos cargos del Ministerio de Transportes que nadie se explica por qué siguen ahí. Fuentes de Moncloa dejan claro que la razón es simple: no querían abordar una criba sangrante con la salida de Ábalos y dieron la orden de que toda la estructura y todo el equipo que ya llevaba años trabajando en la sede ministerial no fueran sustituidos hasta que pasara la legislatura; pero esto ha cambiado por el fiasco de los trenes de Asturias y Cantabria. Fue un fallo tan absurdo como grave. Los trenes no se midieron bien y no cabían por los túneles de la región. Todo esto depuró alguna que otra responsabilidad pero no había salpicado a altos cargos del ministerio hasta hace poco. Ahora, el presidente de Renfe, Isaías Táboas, y la secretaria de Estado de Transportes y expresidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera, han caído en desgracia y han tenido que abandonar la casa.
El problema es que la tensión que se respira en el ministerio no se ha disipado con la salida de Táboas y Pardo de Vera, sino más bien todo lo contrario. Son muchos los funcionarios nivel 30 del ministerio que saben que llevan rato en el tiempo de descuento y que no tienen perfiles especialmente «blancos» como para sobrevivir ahí mucho más tiempo. Evidentemente, la mayoría de estos directores generales es consciente de que su paso por Transportes acabará tan pronto como lleguen las elecciones generales, pero el miedo está en la sede porque saben que Moncloa tiene la excusa perfecta para empezar a sacar altos cargos incómodos.
El equipo del que se rodeó Ábalos no era precisamente el menos cargado de polémica. En Moncloa temen que lo que debe ser un ministerio que no dé problemas de ningún tipo los acabe dando, como pudo hacer Koldo García Izaguirre como mano derecha de Ábalos y después consejero de Renfe. Desde Transportes aseguran que hay muchos directores generales que no tienen preparación para el cargo y que están donde están solo por la relación que mantenían con Ábalos o con Koldo. El problema es que Moncloa los quiere tan fuera como los quiere Raquel Sánchez. Echarles antes de las elecciones sería algo complejo, pero no imposible. Y el fiasco de Renfe les ha dado la excusa perfecta para hacer lo que consideren.
Los funcionarios nivel 30 del Ministerio de Transportes que han sido elegidos a dedo por Ábalos saben que están en el punto de mira desde el mismo momento en el que el ministro más polémico del Gobierno abandonó la sala. Ábalos ha caído en desgracia, pero ha firmado un tratado de no agresión con el PSOE que aún se mantiene vigente. El problema es que estos funcionarios nivel 30 que están en el punto de mira de Moncloa tienen lazos por todas partes y generan cierta inquietud en el partido hasta el punto de que les han regalado un par de años más de supervivencia política en el Ministerio de Transportes.