Podemos se aferra al populismo alimentario para su campaña de cara a las próximas elecciones

En Podemos tienen el agua hasta el cuello, se debaten entre la crisis de liderazgo, los escándalos por los efectos de la Ley del solo sí es sí y la precariedad del trillado discurso de los derechos, que no consigue emocionar a quienes se dejaron seducir durante los últimos años. Es por ello que en este momento intentan surfear la ola de las elecciones municipales y autonómicas a través del populismo alimentario para tratar de llegar a todos los españoles que se ven afectados por la crisis económica de la actualidad.

Dentro del partido morado se aferran a la idea que en principio fue lanzada al ruedo por la vicepresidenta segunda de Gobierno, Yolanda Díaz, de ponerle un tope al precio de los alimentos, como una alternativa para ponerle un freno al incremento del Índice de Precios de Consumo (IPC), que se había disparado durante el último año y que ahora se afinca sobre todo en los precios de la canasta alimentaria.

De acuerdo con las cifras oficiales, los alimentos se incrementaron en 15,4% el último mes, lo que mantiene a parte importante de la población en estado de alerta y modificando sus patrones de consumo. Es por ello que en Podemos están enfocados en diseñar propuestas que al oído de los votantes suenen más atractivas.

Es por ello que esta semana la líder del partido, Ione Belarra además de proponer el tope al precio de los alimentos, otra vez, sacó la idea de bonificar algunos rubros, tal como se hizo el año pasado con 20 céntimos que subsidiaba el Gobierno a los combustibles; programa que estuvo vigente entre agosto y diciembre de 2022 y que ahora se mantiene solo para los transportistas.

Desde las filas del partido morado se han trazado una estrategia basada en atacar a las grandes cadenas de supermercados, con el fin de intervenir el mercado para obligarlos a bajar los precios de los alimentos, en especial la de aquellos que más ha subido sus precios, como el azúcar, el aceite, los huevos, el pan y la leche, que pertenecen a la lista de los básicos en la mesa de los españoles.

Belarra además no se ha cortado ni un pelo en arremeter directamente contra el Gobierno de Pedro Sánchez, porque saben que el Ejecutivo está en una posición de desventaja, en este momento, porque la situación económica del país se ha complicado justo cuando se acercan las elecciones. Sin embargo, desde Podemos comprenden que el PSOE tiene más posibilidades de sacar una mayoría de votos, mientras que saben que el ellos no cuentan con los números que tuvieron alguna vez y que los pronósticos electorales no son nada alentadores, a pesar de los «logros» que han querido vender.

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 se enfocó en atacar directamente al ministro de alimentación, Luis Planas, quien dijo en una entrevista de televisión que el mejor instrumento que tenían las familias, si no estaban de acuerdo con los precios de los alimentos en un supermercado, era irse al supermercado del frente, por la ministra podemita criticó que esa sea la recomendación del Gobierno ante la subida de los precios.

El discurso de Podemos se centra en la alternativa de poner un tope a los precios de los alimentos, similares a los que tenían en febrero del año pasado, cuando comenzó la invasión de Rusia a Ucrania y se inició la crisis económica en el país. Ione Belarra insiste en que lo que se necesita es que el Gobierno tenga voluntad política para ponerle solución al incremento de los precios de los alimentos y en ello se afincan en esta época en la que las relaciones entre el ala socialista y los morados está tensa, por la reforma de la Ley del solo sí es sí, impulsada por el PSOE, sin la aprobación de Podemos.

Las directrices del partido morado son claras: promesas que logren endulzarle el oído a los votantes, porque la premisa es convencer a los que ya no están tan claros de atreverse a dar su voto a Podemos, pues los desaciertos políticos de los últimos años ya comienzan a pasarle factura y es por ello que apelan a la vieja táctica confiable del acudir al populismo de prometer las cosas que a la gente le gusta escuchar pero que no son las mejores alternativas, cuando de resolver los problemas de la economía.