El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, cree que la única vía para revivir al PP en Cataluña pasa por imitar al PSOE. Que la formación está hundida en esta comunidad autónoma es una realidad que nadie se atreve a negar. Pero la solución elegida por Feijoo para «levantarla» no ha gustado nada en Génova. Su plan es que la delegación del Partido Popular en Cataluña sea un PSC, vamos, que coquetee con el nacionalismo catalán para ver si así consiguen rascar votos. Para el presidente del PP es fundamental respetar el «principio de las nacionalidades», por no hablar de que siente mucha empatía, según cuentan desde su entorno, con cualquier nacionalista de otras comunidades siempre y cuando sea de corte moderado. Y ahí es donde entra el candidato elegido.
El expresidente de la Xunta sabe lo que es el nacionalismo. Lo conoce bien y ya en algún momento que otro ha cometido el error (de cara a su propio electorado) de dejar caer que hay que respetar el principio de las nacionalidades en las comunidades autónomas. Con todo esto, Feijoo ha elaborado un plan con su equipo de seis (todos gallegos y cerrados al mundo político) para relanzar a su formación en Cataluña. El diagnóstico era de muerte política. El PP se hundió y no había forma de levantarlo. No es que Pablo Casado o Teodoro García Egea tuvieran la capacidad para ponerlo en marcha. El problema es que la elección de Feijoo le ha enfrentado con buena parte de su partido. El expresidente de la Xunta ha cogido a un nacionalista para liderar el partido y convertir la delegación popular en Cataluña en un PSC más.
Que Cataluña es una tierra política distinta al resto de España es una realidad. Ciudadanos arrasó en su momento por ser de origen catalán mientras que el PP nunca ha conseguido convencer al electorado moderado y alejado del nacionalismo catalán. Esta realidad es la que ha llevado a Feijoo a considerar que Tomás Ragué, un nacionalista moderado y unionista, como el candidato «perfecto» para representar los intereses del PP en esta comunidad autónoma tan hostil. Ragué nace de lo que fue Convergència i Unió, también desaparecida. Actualmente es miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Centrem, una formación formada por esos nacionalistas catalanes liberales que a la vez ven con buenos ojos el que su «nación» permanezca dentro de España. Con todo esto, Feijoo espera que su PSC le dé alguna que otra alegría.
Pese a que ha sentado mal en Génova, lo cierto es que a nadie le ha sorprendido lo más mínimo que Feijoo haya tirado de nacionalismos periféricos para dar forma a su partido. El PP estaba en situación de extrema necesidad en Cataluña y cualquier solución parece mejor que mantenerlo como estaba. Sin embargo, la elección de Ragué como candidato no ha sentado nada bien en un Partido Popular que cree en su mayoría que no pueden imitar al PSOE en Cataluña y perder el control de su delegación territorial. Ahora mismo, convertir su rama catalana en Convergència i Unió no es precisamente la solución que más popularidad le ha hecho adquirir a nivel interno. Esto, sumado a que no es precisamente el líder del PP más destacado ha dejado a Alberto Núñez Feijoo en una situación comprometida.
Tomás Ragué tiene la difícil empresa de levantar el partido bajo las siglas del PP, el problema es que estas iniciales no siempre han venido bien en Cataluña. La buena noticia para Ragué, el nacionalista elegido por Feijoo para formar su propio PSC en Cataluña, es que su propio presidente no tuvo ningún problema en eliminar las siglas de su partido durante su campaña electoral en Galicia y obtuvo unos resultados excelentes.