La ministra de Justicia, Pilar Llop, tiene una obsesión: no salir en los medios de comunicación por si se hunde más de lo que ya se ha hundido. El problema es que está arrastrando a muchos de los altos cargos del propio ministerio. Antonio Rodríguez Esquerdo, ‘Tontxu’ para los amigos, ha perdido la poca proyección que tenía en el PSOE como consecuencia de los problemas del Ministerio de Justicia. El enroque del Consejo General del Poder Judicial y la huelga de letrados son los dos más importantes que han erosionado la imagen de Pilar Llop, pero la ministra no ha dudado en pedir a su secretario de Estado de Justicia que diera la cara con asuntos como la huelga pese a que fue un problema exclusivamente de ella.
Rodríguez Esquerdo tuvo que salir a dar la cara en más de una ocasión con varias cuestiones porque el Ministerio de Justicia, por recomendación del jefe de gabinete de Llop, Rafael Pérez, decidió que el valor político de la ministra estaba muy por encima de los intereses del Gobierno. El problema es que Llop se ha hundido ella sola por encerrarse y por mantener un discurso exclusivamente centrado en la violencia de género, eso sin entrar en que no tiene ninguna interlocución con los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o con el propio Gobierno. De hecho, el fiasco de la huelga de letrados vino a cuenta de la «desconexión» que hay entre Llop y el resto de ministros y ministras, que no han dado alas a una de las socialistas que dejará el cargo tan pronto se celebren las elecciones.
Rodríguez Esquerdo no es que tuviera la más mínima intención de dar la cara por la ministra, pero le ha tocado. Algunos hablan en el ministerio de que tiene un «ritmo de trabajo caribeño», otros directamente están convencidos de que conseguirá sobrevivir en el partido, tal y como lo ha hecho durante décadas sin que nadie se lo explique completamente.
El secretario de Estado de Justicia está tan mal valorado ahora mismo en Ferraz como lo está Llop. No por las declaraciones que dio para justificar una huelga de letrados que no han sabido sofocar y que ha pasado factura a la administración de Llop, sino porque no ha hecho nada en todo este tiempo (hay que tener en cuenta que Antonio Rodríguez Esquerdo estuvo presente cuando Juan Carlos Campo ocupaba el puesto de Pilar Llop) que ayude al Gobierno a solucionar los problemas que tienen con el Consejo General del Poder Judicial. Los vocales están descontrolados porque se niegan a bajarse el sueldo y el Ministerio de Justicia está enclaustrado por recomendación de Rafael Pérez. Y con todo esto, Pilar Llop cree que aún tiene opciones: aunque sea en el PSOE de Madrid.
El reciclaje de Llop es más sencillo de imaginar, pero no el de Tontxu. A todo esto, hay que añadir que en Ferraz están visiblemente enfadados con este secretario de Estado por la frecuencia con la que acude a según qué «eventos» relacionados con las bodegas de vino en un pueblo alejado de Madrid. Es un perfil político «muerto» que no tiene ninguna proyección. Pero en el PSOE además dicen tener una carpeta con sus salidas y sus relaciones por si quiere dar más guerra de la necesaria. Sea como sea, lo cierto es que Llop ha fulminado la carrera política de su secretario de Estado. Eso teniendo en cuenta que la ministra de Justicia tendrá una segunda vida política en Madrid, tal y como acreditan estas mismas fuentes de la capital. Pero el ministerio tiene los días contados, tal y como está ahora mismo formado.