El Partido Popular de Alberto Núñez Feijoo vendió la piel del oso antes de cazarlo. Esto es algo que recordaron desde Vox cuando se supo el resultado electoral, pero también es algo que ha hecho mella dentro del partido a toro pasado. Una vez conocida la insuficiente victoria de Feijoo, muchas voces internas en Génova empiezan a criticar la actitud que mantuvieron muchos altos cargos del PP (además de viejas glorias) dando por hecha la victoria e intentando imponer el cobro de su «cuota» para cuando Alberto Núñez Feijoo pisara la Moncloa. Las críticas se han dejado oír especialmente contra Mariano Rajoy, quien tuvo una comida el pasado 11 de julio en la calle Sagasta en la que «literalmente» se repartieron, según las fuentes, los asientos que puso Feijoo a su disposición.
El presidente del Partido Popular ha tenido que escuchar y ofrecer cuotas a todas las fuerzas vivas del PP. Incluso el expresidente del Gobierno José María Aznar tiene algo que decir a la hora de colocar en el Ejecutivo a gente de su cuerda. Esta es una práctica habitual, pero no gusta en exceso en el PP, dadas las circunstancias. El pasado 11 de julio, en el PP no pasó desapercibida una comida de Mariano Rajoy con muchos de sus acólitos en el restaurante La Manduca, en la calle Sagasta, donde se estaban comentando la jugada y preparándose para la inminente victoria de Alberto Núñez Feijoo en las elecciones del 23 de julio. El resultado, evidentemente, no fue el deseado, pero esta práctica por la cual hasta Mariano Rajoy tiene una cuota dentro del Gobierno no ha gustado nada en Génova.
En esa comida había varios leales a Feijoo. Por supuesto, estaba la exministra de Trabajo Fátima Báñez (quien sonaba incluso como vicepresidenta del Gobierno de Feijoo), Isabel García Tejerina, exministra de Agricultura, los hermanos Nadal (Álvaro, exministro de Energía, Turismo y Agenda Digital de España, y Alberto, exsecretario de Estado de Presupuestos y Gastos) y después se pasó el exalcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón. La presencia de todos estos altos cargos dejó claro en Génova quiénes sonaban como nuevos dirigentes en el Gobierno que esbozaba Feijoo, pero ahora que se ha quedado corto, parece que las críticas se han dejado ver por la actitud de muchos populares que estaban vendiendo la piel del oso mucho antes de cazarlo, tal y como afirmó el presidente de Vox.
Esta comida fue vox populi en el PP, pero nadie la criticó en exceso en plena campaña porque prácticamente todos los tracking internos que manejaban en el PP les daba mayoría absoluta con Vox. Que Mariano Rajoy siga teniendo voz y voto dentro del partido hasta el extremo de que se permiten el lujo de acudir a una comida de esas características no ha gustado nada en el seno de Génova. La diferencia es que han empezado a criticar este tipo de actitudes después de las elecciones y no antes. Las cuotas son una realidad que incluso José María Aznar tiene sin que nadie ponga el grito en el cielo.
No es la única comida que se ha dejado ver en la campaña electoral. Junto a las asiduas cenas entre el expresidente del Gobierno Felipe González y Feijoo, también se vieron encuentros fortuitos como los que se han dejado notar entre Aznar y la diputada más polémica del PP: Cayetana Álvarez de Toledo. Los movimientos que hubo durante una campaña en la que Feijoo echó el cierre tan pronto como pudo con la excusa de una lumbalgia se han dejado notar y no han pasado desapercibidos para los altos cargos de Génova, pero sí que se han empezado a criticar ahora que no se han obtenido los resultados esperados. «Hay mucha gente molesta porque no tiene su puesto», detallan fuentes del Partido Popular.