El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afronta un escenario político algo más inestable para su figura. Más dependencia de los independentistas, menos apoyos internos y un desgaste de más de una legislatura son los elementos que maneja ahora mismo todo el equipo del presidente del Ejecutivo. Con este cuadro, Pedro Sánchez ha tomado una decisión controvertida que pasa por integrar y dar cargos de responsabilidad a los socialistas más críticos para evitar que haya cismas en el PSOE. Pedro Sánchez ha empezado por Francina Armengol como presidenta del Congreso y Guillermo Fernández Vara como vicepresidente del Senado. Todo por intentar aislar a Emiliano García-Page y sus críticas al PSOE, dado que Javier Lambán ha perdido poder dentro del Partido Socialista.
Los pasos dados por Moncloa tienen sentido, a ojos de quienes conocen al presidente del Gobierno y su oportunismo. Tanto es así, que es un secreto a voces el hecho de que Pedro Sánchez ha continuado con esa política de integración de los viejos socialistas para evitar que haya voces críticas internas que pongan sobre la mesa dudas sobre el liderazgo del Partido Socialista. Los nombramientos de Armengol y Vara han sido una declaración de intenciones. Es cierto es estos dos socialistas no han sido especialmente críticos a nivel interno, aunque sí que han lanzado algunos dardos a la gestión del PSOE y sí que tenían el riesgo de sumarse a esos socialistas críticos con Sánchez liderados por Emiliano García-Page. Abortar ese riesgo ha sido fácil: dos cargos de responsabilidad y una política de integración a aquellos socialistas que se han quedado descolgados.
Aislar a Emiliano García-Page se ha convertido en una obsesión para el presidente del Gobierno. La legislatura es significativamente más delicada para los socialistas y para el presidente en particular. La dependencia de los independentistas y de los nacionalistas vascos es una piedra en el zapato de muchos socialistas que podrían montar un aquelarre a Pedro Sánchez. Y más si no consigue los resultados necesarios en forma de investidura. Colocar a Armengol y a Vara ha sido visto a nivel interno como una maniobra que Pedro Sánchez ya inició hace meses para consolidar todas las voces críticas del PSOE bajo el ala del presidente del Gobierno.
Colocar a todos menos a Lambán y a Page en puestos de responsabilidad es fundamental para un Pedro Sánchez que sabe que hay unos pocos que hacen sonar los tambores de guerra contra él siempre que no consiga la investidura. El riesgo de que Page consiga orquestar una mayoría de socialistas contrarios al liderazgo socialista es real y Sánchez cree que podrá abortarlo buscando el apoyo o el silencio de voces como las de Armengol o la de Vara.
PUIGDEMONT TENSA LOS ÁNIMOS
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont no está siendo especialmente fácil para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Los ánimos en Ferraz están tensos mientras el líder socialista se pasea por Lanzarote con un outfit más comentado que cualquier otra cosa. Los últimos contactos tomados por Sumar con Carles Puigdemont, líder de Junts per Catalunya, dejan claro que no será fácil que los independentistas pasen por el aro. De hecho, en Ferraz ya sudan la gota fría mientras que la cúpula del PSOE está con el ojo puesto en la repetición electoral. La buena noticia para los socialistas es que las últimas encuestas y tracking internos del partido hablan de que Pedro Sánchez mejoraría los resultados actuales. Pero Puigdemont tiene claro que no va a regalar su apoyo a cualquier precio, sino que exigirá lo que todos saben: referéndum por la independencia y amnistía para todos.
Mientras Pedro Sánchez está de vacaciones, en Moncloa tan solo hay un par de funcionarios bien pagados que llevan sus redes sociales y que se dedican a hablar del «día mundial de…» cualquier cosa que toque. Sin embargo, en Sumar y en Ferraz la maquinaria de negociación sigue en marcha. El partido de Yolanda Díaz ha mandado a Ernest Urtasun a mantener conversaciones con un Puigdemont que no tiene ninguna intención de doblegarse a la presión de los socialistas, también trufada de constantes interferencias en áreas judiciales. Mientras los mensajes que llegan a Ferraz sobre la negociación con Junts per Catalunya son realmente desalentadores, en Moncloa están convencidos, los pocos que quedan, que saldrán adelante porque a Junts no le conviene una repetición electoral. Esta idea ha medrado entre los altos cargos del PSOE, pero no tanto en el resto de miembros del partido que ven que Puigdemont está dispuesto a llegar hasta el final.