El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, está en una posición delicada desde que su mayoría con Vox fuera insuficiente para gobernar. Ha conseguido algún guiño de un tercer partido, como el de Coalición Canaria, pero no ha logrado el objetivo deseado. En Génova los ánimos están caldeados y ya vuelven a sonar cuchillos volando en torno a la idea de otro candidato o candidata. Ante estas dudas que se acrecientan con el paso del tiempo, Alberto Núñez Feijoo ha decidido reforzar los lazos con Juan Manuel Moreno Bonilla y con todo el PP andaluz para conseguir frenar el avanza del ala dura del Partido Popular. El fantasma de Isabel Díaz Ayuso como candidata pasea por Génova cada vez con más asiduidad y Feijoo quiere frenarlo.
Los contactos frecuentes entre Alberto Núñez Feijoo y Javier Arenas para tantear su eterna vuelta al Senado (aunque esta vez en calidad de presidente) han sido unos de los primeros síntomas que han dejado entrever las intenciones del presidente popular. No es solo Javier Arenas, quien todavía tiene mucha mano y muchos contactos en el PP andaluz, sino que también otros nombres se han puesto encima de la mesa para estrechar los lazos entre la cúpula de Alberto Núñez Feijoo y la del Partido Popular de Andalucía. La lectura del núcleo duro del presidente del PP ha sido simple: la única forma de abortar el ascenso de Isabel Díaz Ayuso y de apuntalar a Feijoo como candidato para unas segundas elecciones es convencer a los barones «fuertes» de que lo frenen. Y en esas está.
Algunos en Génova aplauden la actitud de Feijoo porque parece que «por fin» se ha dado cuenta de que la estrategia seguida por su equipo más estrecho, ese que se trajo de la Xunta, ha sido un desastre a nivel interno. El haberse centrado solo en dar confianza a los de siempre no ha salido precisamente bien. Ahora hay una situación compleja en Génova ante la insuficiente victoria de Feijoo y ya se habla de nuevo de una sucesión que no gusta en el entorno del presidente gallego. El acercarse a los barones populares es una estrategia que viene inspirada por lo que le pasó a la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, quien creyó que tenía aspiraciones nacionales hasta que vio cómo el resto de barones la frenaron en Valencia. Moreno Bonilla es uno de los pocos que puede plantar cara a Ayuso por su mayoría absoluta en Andalucía, pero lo cierto es que la alianza puede no ser suficiente para aguantar para una repetición electoral.
El miedo a Isabel Díaz Ayuso siempre ha estado latente, pero no tanto la posibilidad de dar más carrete a buena parte de los populares andaluces. Muchos recuerdan cómo enterraron en funciones a Elías Bendodo, coordinador general del Partido Popular, debido a que no contaba con los galones necesarios para entrar en el clan. Este cambio de estrategia responde a un cambio de criterio de Feijoo, quien ha entendido que necesita alianzas más estrechas y fuertes con otros barones populares si quiere aguantar a una repetición electoral. Los contactos con el PP andaluz se dan de forma tímida, pero tener a Bendodo cerca, tener a Javier Arenas dispuesto a cambio de una prebenda y tener a Juan Manuel Moreno Bonilla en una posición «moderada» son algunos de los puntos clave con los que juega Feijoo.
El presidente del PP espera que la repetición electoral sea pronto, concretamente en invierno de este mismo año. Sin embargo, hay quien ya cree que Pedro Sánchez será capaz de poner de acuerdo a todos los independentistas y nacionalistas para ser investido, lo que recortaría el sueño de Feijoo considerablemente. En este escenario, los gurús populares auguran que, por cuestiones como el techo de gasto o los presupuestos generales del Estado, las elecciones se celebrarán de aquí a un par de años como mucho. La obsesión de Feijoo es aguantar, pero dos años con el PP de Madrid llamando a la puerta se pueden hacer muy largos.