Científicos, premios Nobel, exrepresentantes de la Unión Europea y cerca de 60.000 ciudadanos han enviado una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y a la vicepresidenta primera y ministra de Economía y Hacienda en funciones, Nadia Calviño, así como a varios comisarios europeos en la que urgen a una inversión de 25.000 millones de euros de aquí a 2030 para acometer una «revolución alimentaria sin precedentes» que apueste por las proteínas sostenibles y libres de origen animal.
La carta ha sido entregada este mismo miércoles a sus destinatarios, solicita a los Veintisiete una inversión que Europa lidere así la transición a esta tecnología sostenible.
La carta forma parte de la iniciativa en ese sentido coordinada por el grupo ecologista ‘RePlanet’ y a la que ya se han adherido más de 60.000 ciudadanos europeos a través de la plataforma Change.org.
Entre los firmantes figuran el ex vicepresidente de la CE para la Agenda Digital de Europa (2010-2014) Neelie Kroes; la excomisaria europea para la Acción Climática, Connie Heedegard; el excomisario de medio Ambiente, Océanos y Pesquerías, Janez Potocnic; la ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Cambio Climático, Christiana Figueres; y los premios Nobel Sir Roger Penrose, Nobel Richard Roberts y Sheldon Glashow.
«Estamos ante un momento decisivo en esta revolución tecnológica, una revolución alimentaria sin precedentes desde el surgimiento de la agricultura hace cientos de años. Una revolución liderada por el sector de producción de proteínas de origen no animal», argumentan los firmantes.
Al respecto, consideran que en esta revolución Europa tiene dos opciones, o bien invertir «inmediatamente y beneficiarse de esa inversión» o bien «quedarse atrás y que sean otros quienes tomen la iniciativa y lideren esta tecnología a nivel mundial».
Los firmantes culpan a la agricultura actual como la mayor causa de pérdida de biodiversidad y de ser responsable de hasta un tercio de la emisión total de gases de efecto invernadero, más que todos los coches, aviones y barcos juntos.
A su juicio «la mayor parte del daño está causado por la ganadería», que ocupa el 26 por ciento de la superficie de la tierra, mientras que la guerra, las crisis climáticas y las vulnerabilidades en las cadenas de suministro están provocando una escasez de alimentos tal que se está poniendo en riesgo nuestra seguridad alimentaria.
En ese contexto, subrayan el potencial que tiene la producción sostenible de proteínas para desplazar las «formas más dañinas de agricultura animal» y de hacerlo a una velocidad y escala «inimaginables».
Explican que la producción sostenible de proteínas incluye tres áreas de innovación cruciales: fermentación de precisión, carne cultivada y alimentos de origen vegetal. Al mismo tiempo, defienden los «enormes» beneficios medioambientales y socioeconómicos de la transición proteica ya que podría reducir hasta un 92 por ciento de los efectos de la carne en el clima. Por ejemplo, desde el punto de vista ecológico, apuntan que al liberar de la ganadería áreas inmensas de tierra, esta transición haría posible recuperar espacio natural a una escala sin precedentes y podría ayudar a recuperar hábitats vitales y reducir los niveles de carbono.
CASI 10 MILLONES DE EMPLEOS VERDES HASTA 2050
Desde el punto de vista económico, la carta expone que la implantación plena de proteínas sostenibles en el sector podría suponer 1,1 trillones de dólares VAB (valor agregado bruto), y crear hasta 9,8 millones de empleos verdes en todo el mundo de aquí al año 2050.
Es más, la carta argumenta que los empleos verdes serían una oportunidad para los agricultores, no solo en lo que respecta a producir ingredientes y materias primas de origen vegetal sino también en lo que se refiere a los PES (Payments for Ecosystem Services), incentivos que se ofrece a los propietarios de tierras a cambio de emplearlas para la mejora del medio ambiente y la recuperación natural.
En todo caso, afirman que el «mayor beneficio de todos es la resistencia inigualable de las proteínas sostenibles ante las crisis y ante la inestabilidad y fragilidad de las cadenas de suministro de nuestro actual sistema alimentario».
Esa es la razón por la que creen que «seguramente» el resto del mundo está rápidamente dando pasos al frente y citan, en concreto a Singapur, Canadá, Estados Unidos, Israel, Japón y China, que lideran a nivel mundial el apoyo a la I+D y la comercialización de proteínas sostenibles a la par que están adaptando urgentemente sus escenarios legales, fiscales y de etiquetado para facilitar su entrada en el mercado.
Por ello, lamentan que Europa «parece haberse quedado estancada en el pasado», ya que Italia está prohibiendo la carne cultivada y la mayoría de Estados miembro priva al sector de la inversión pública.
«Los ciudadanos europeos ya han sufrido cómo sus países quedaban a la cola con Internet, con la Inteligencia Artificial y con otras industrias tecnológicas. No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo vuelve a pasarnos lo mismo con la industria alimentaria. La revolución de las proteínas va a llegar, con o sin Europa», apostillan.
Por ello, solicitan a la UE que se comprometa «urgentemente» a invertir 25.000 millones de euros antes del año 2030 para impulsar el desarrollo y la comercialización de la industria de las proteínas sostenibles en Europa, una cifra que representa solo el 5 por ciento del compromiso del Pacto Verde Europeo que contempla un gasto en industrias verdes de 500.000 millones de euros antes de 2030.
Finalmente, insisten en que la inversión en proteínas sostenibles debería tomarse «tan en serio como otras tecnologías verdes» fundamentales como la eólica, la solar o el hidrógeno. En definitiva, opinan que esta medida y las necesarias adaptaciones regulatorias, fiscales y de etiquetado, van a suponer para la industria alimentaria una «revolución imparable».
«Estamos a tiempo de hacer que la alimentación nutritiva y asequible sea accesible para todo el mundo y, a la vez, generar beneficios ecológicos, climáticos y económicos. Es hora de redescubrir el espíritu innovador y emprendedor de Europa. Es hora de que Europa lidere la revolución de la alimentación», concluyen.
La embajadora del Pacto Climático Europeo y una de las firmantes españolas María Abajo, ha alertado de que el sistema de alimentación actual «no es sostenible para el planeta ni para las personas», por ello, pide hacer cambios y avances hacia un sistema que permita «vivir mejor», algo que en su opinión, conlleva escoger alternativas que cuiden la tierra».
Para el excomisario de Medio Ambiente de la UE Janez Potocnik, las proteínas innovadoras libres de origen animal, como la fermentación de precisión, podrían ser un componente importante de un futuro sistema alimentario sostenible. «No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo nos vuelve a pasar lo mismo con la industria alimentaria. La revolución de las proteínas va a llegar, con o sin Europa. (…) Es hora de que Europa lidere la revolución de la alimentación», reclama.