González y Guerra niegan un complot contra el «disidente» Sánchez

Felipe González y Alfonso Guerra negaron la mayor. Los socialistas que no están de acuerdo con la amnistía ni el derecho a la autodeterminación, que negocia Pedro Sánchez con Junts y ERC, no están haciendo «un complot ni una conspiración».

Guerra, el exvicepresidente del Gobierno socialista, fue así de rotundo. «Que nadie vea un complot o una conspiración» por decir lo que se piensa. Recordó que lleva cerca de 70 años trabajando por el PSOE y por su «amor» a España, pero «si una persona es de izquierdas tiene la obligación de no callar si ve errores o injusticias», no sólo con en otros partidos sino también entre los socialistas.

Guerra, que presentó su libro «La rosa y las espinas. El hombre detrás del político», apuró sus críticas contra Pedro Sánchez, a las que sumó a Yolanda Díaz por ir a ver a Waterloo a Puigdemont. No hubo mención a ningún error ni injustica del PP de Feijóo ni exabruptos contra Vox.

El exdirigente socialista también explicó por qué han surgido a las críticas: los socialistas apoyamos las decisiones del presidente del Gobierno. Cuando dice «no» a la amnistía, nosotros le seguimos, pero si a las pocas semanas dice «sí» ya no sabemos qué hacer. Sobre todo porque la amnistía «no es constitucional, es ilegal»; no se puede decir que la declaración de independencia es «una rebelión», y después dar un indulto o una amnistía. Por tanto, aseguró, «el disidente no soy yo, más bien el disidente es el otro», el que cambia de opinión.

GUERRA DENUNCIA LA DERROTA Y HUMILLACIÓN A LA GENERACIÓN DE LA TRANSICIÓN

Guerra acusa a los jóvenes políticos de ser «una estafa descomunal»
Guerra acusa a los jóvenes políticos de ser «una estafa descomunal»

«Siento que todo lo que ocurre hoy es como la derrota de mi generación, la generación de la transición», subrayó con énfasis para repasar sus recuerdos de aquella época. En primer lugar destacó el acuerdo de convivencia que firmaron todos los partidos (conservadores, comunistas, socialistas y nacionalistas). En aquel acuerdo se dejó fuera la autodeterminación y, a día de hoy, aquellos que firmaron el acuerdo siguen sin apoyar la autodeterminación: «nuestra autodeterminación es la Constitución».

Y ahondando más en el tema, recordó que uno de los constitucionalistas vascos intentó introducir una enmienda para incluir la autodeterminación y todos, nacionalistas vascos y catalanes la rechazaron. No había cabida en la Carta Magna.

Pero aquel acuerdo de entonces parece que se ha olvidado. Ahora se condena al 90% de los españoles que votaron la Constitución, una criminalización de lo que se aprobó, cuando también ahora medio parlamento está en contra.

«Es una humillación deliberada a la la transición y a la democracia por parte de los jóvenes de la política que son una estafa descomunal»

Con todas estas explicaciones, Guerra solicitó formalmente que «no se otorgue la amnistía a los a quienes ejercen la represión sobre los demócratas, a los felones que atentan contra la democracia».

Además, advirtió, si se les da la amnistía, no sólo se irá contra el informe contrario del Tribunal Supremo al indulto, sino que «se va a hipotecar y lastrar el futuro de la nación, porque supondrá que la nación se niega a sí misma». Esta agresión nos convertirá en cómplices, sentenció.

González, que presentó el libro de su compañero de Gobierno durante años, tampoco se quedó a la zaga. «No es constitucional y tampoco políticamente aceptable. Por el contrario, lo considera un chantaje por parte de unas minorías en vías de extinción».

GONZÁLEZ Y GUERRA PIDEN A PSOE Y PP HABLAR PARA QUE LA MINORÍA NO CONTROLE A LA MAYORÍA

Por último, se refirió al ínfimo peso que tienen los nacionalistas catalanes. ERC y Junts en las últimas elecciones han perdido el 50% de los votos y el 35% de los escaños, y sin embargo tienen el poder para decidir sobre el futuro. La solución de Guerra para «limitar la fuerza de la minoría» es que «los dos grandes partidos hablen».

Y continuó con más consejos. La izquierda ha de tomar distancia del separatismo y devolver al Congreso de los Diputados el lugar central que le corresponde, ya que se ha empequeñecido su función legislativa cuando un presidente de Gobierno convalida en una legislatura 132 decretos ley y sólo 16 leyes.

También el expresidente del Gobierno, Felipe González, profundizó en el peso de las minorías nacionalistas. «Cuanto más pierden, más chantajean«, denunció, para pedir a continuación que «no podemos dejarnos chantajear por nadie, y menos por minorías en vías de extinción».

Con la misma sintonía que ambos políticos tenían hace más de 40 años, González también coincidió con su exvicepresidente en que es necesario un acuerdo entre PSOE y PP para cualquier «reforma seria» en España, como sería acometer una reforma del Senado.

EL CÓNCLAVE DE LA VIEJA GUARDIA SOCIALISTA

A la llegada de González y Guerra al salón del Ateneo de Madrid estuvieron arropados por un largo aplauso de viejos compañeros de Gobierno y gran número de militantes socialistas. En las primeras filas del salón complemente repleto, también en las gradas de arriba, se encontraban exministros como José Luis Corcuera, José Barrionuevo, Matilde Fernández o Virgilio Zapatero.

También asistieron expresidentes autonómicos como el andaluz José Rodríguez de la Borbolla y el asturiano Javier Fernández, o el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra y antiguos altos cargos socialistas como Tomás Gómez y Nicolás Redondo Terreros (expulsado recientemente).

Llamó la atención la ausencia de miembros de la actual dirección socialista o diputado o senador del PSOE de la nueva legislatura. Únicamente apareció Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha, quien reiteró su posición de que gobernar en España «no puede ser a cualquier precio» o el expresidente de Aragón, Javier Lambán, otro de los barones de la ejecutiva socialista actual. Tampoco se vio a ningún representante de otras formaciones políticas. Sólo el exdiputado del PP, Alfonso Suárez Illana.