El PNV recula tras su ‘no’ a Feijóo y busca ahora un salvavidas

El PNV cambia el paso para recular tras su rotundo rechazo a Alberto Núñez Feijóo, en la sesión de investidura de la pasada semana. El máximo dirigente de los ‘populares’ afeó el gesto con un durísimo mensaje a la línea de flotación de los nacionalistas, con gruesos ataques para atraer a los votantes de un partido que ha abandonado el centro derecha para obtener dádivas de Madrid tras la legitimación del PSOE a Bildu como uno de los principales actores de la política vasca.

Los nacionalistas de Íñigo Urkullu ya sufrían tensiones internas, especialmente de empresarios, por este cambio de ideología –de mostrarse abiertamente de derechas y centro para pasar al mismo saco que Bildu, ERC y Junts, el nacionalismo radical y de la vía unilateral-.

El PNV no sólo afronta un dilema en cuanto a la deriva de la política española, sino un fuerte debate interno respecto a frenar su caída libre, tal y como se está comprobando en las pasadas elecciones municipales y generales. Los vascos han perdido poder en el día a día, mientras contemplan perplejos el ascenso de Bildu, que podría encumbrar a Arnaldo Otegi a la Lehendakaritza en las próximas elecciones autonómicas del próximo año.

EL PNV CARGA CONTRA FEIJÓO, PERO TIENDE LA MANO

Los jeltzales camuflaron su ‘no’ a Feijóo por la votación de convertir al Congreso de los Diputados en una nueva ‘Torre de Babel’, donde se han gastado miles de euros para traducir a las señorías que quieran utilizar su lengua cooficial. No obstante, el propio PNV, con Aitor Esteban a la cabeza en la Cámara Baja, reniega ahora de la medida con la excusa de que no todos podrían entenderle. ¿Para qué están entonces los intérpretes? Las malas lenguas apuntan que ni los propios vascos saben hablar correctamente el euskera y buscan así alejarse de las críticas vertidas sobre la pronunciación de Gabriel Rufián con el catalán.

El PNV ve ahora las orejas a un lobo, pero esta vez sin piel de cordero. Otegi se presentará con garantías por una formación que sí ha conseguido medidas para los suyos, como desbloquear la reforma laboral y dar luz verde a la ley de vivienda, que podría declararse inconstitucional a tenor de los recursos presentados por una supuesta invasión de competencias cometida por el Estado a las autonomías.

Íñigo Urkullu (PNV) y Pedro Sánchez (PSOE) en La Moncloa
Íñigo Urkullu (PNV) y Pedro Sánchez (PSOE) en La Moncloa

La dureza de Feijóo contra el PNV ha metido miedo a Urkullu, más preocupado para convencer a sus votantes, a los que trata como «progresistas», para evitar la fuga en los próximos comicios autonómicos. Por esta razón, los nacionalistas vascos ya no sacan músculo ni tampoco reniegan de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, aunque le impone duras exigencias.

UNAS NUEVAS ELECCIONES PONEN EN APRIETOS AL PNV

Y es que, el adelanto electoral sería una piedra muy difícil de superar si el PNV llegara a ser irrelevante para formar Gobierno en el País Vasco. De confirmarse los sondeos, Otegi podría ser investido como nuevo presidente, aunque necesitará el apoyo de los socialistas, y éstos a su vez sus votos para poder sacar adelante el Gobierno de España.

La propuesta de Urkullu tras el vapuleo de Feijóo en la Tribuna del Congreso de los Diputados pasa ahora por un Gobierno a tres bandas, entre PP, PSOE y ellos, que se erigen ahora como una formación bisagra tras renegar de sus orígenes y principios, tal y como hicieron con Mariano Rajoy, al apoyar los Presupuestos y a la semana posterior echarle de La Moncloa en una moción de censura con un agrio sabor a traición.

En el PP no guardan buen recuerdo alguno de aquella votación y la venganza ha tardado ocho años en materializarse, pero no dejarán en su empeño de imponerse al PNV, único objetivo de los ‘populares’ en las próximas elecciones vascas. El propio Urkullu aseguró que el interés extraordinario de los ‘populares’ pasaba por atraer para sí los votos tras las sucesivas declaraciones de Feijóo, especialmente de la abstención, pero en el plan del PP también se centran en arrancar al votante activo de los nacionalistas.

LA LENGUA DEL PNV: DOS RELATOS EN UNA SEMANA

Para los ‘populares’, la campaña en el País Vasco ha comenzado y cuanto más votos se atraigan del PNV mayor será su presión sobre el PSOE, que aún tendrá que decidir si mantener tendida la mano a los jetzales o bien dejarles caer para encumbrar a Otegi. Todo dependerá de Ferraz, aunque Patxi López, candidato del PSE y portavoz en el Congreso, no está por la labor de poner al frente del Ejecutivo vasco a quien dio voz políticamente a ETA en los tiempos duros del terrorismo. Esta línea roja, no obstante, se puede traspasar dado el panorama político actual, donde la amnistía, el referéndum y un concierto vasco a la catalana están encima de la mesa de negociación.

El posible pacto con Junts y ERC con el PSOE deja al PNV más que tocado

El posible pacto con Junts y ERC deja al PNV más que tocado, sin sitio ni ubicación alguna en una hipotética nueva legislatura. En sus manos está si se acepta una investidura de coalición o bien vuelve a cargar con la mochila de la traición tras aceptar las lenguas cooficiales como único punto para rechazar a Feijóo y poner a Sánchez de nuevo al frente de La Moncloa.

EL PNV VE LAS OREJAS AL LOBO TRAS EL ASCENSO DE BILDU

«Me parece que los discursos del PP, no solo de Núñez Feijóo, en relación a las lenguas, al euskera, al autogobierno, las cesiones, la plurinacionalidad, reflejan muy bien la razón por la que el PNV ha votado en contra de Núñez Feijóo», aseguró Urkullu la pasada semana. Ahora exige el cumplimiento íntegro del Estatuto vasco al PSOE, un compromiso «de verdad» y no la música celestial que suelen aceptar los socios de investidura de Sánchez.

Y es que, la alternativa es la repetición electoral, una «mala noticia» pero mejor opción que iniciar una legislatura con un Gobierno incapacidad de garantizar la estabilidad y la toma de decisiones estratégicas sobre una base firme, que derivarían a su vez en un nuevo adelanto electoral en pocos meses. Pedro Sánchez y el PSOE tienen por ahora hasta finales de noviembre para alcanzar un acuerdo con el resto de partidos. En caso contrario, las urnas podrían convocarse para el 7 o 14 de enero, fecha límite. Y no, no es descabellado poner unas elecciones el día después de Reyes, toda vez que se han convocado en plenas vacaciones de verano por primera vez en la historia.

Urkullu, además, aboga ahora por la estabilidad, el mismo que dio la puñalada a Rajoy en 2018. Para ello, considera que tanto PP como PSOE deben llegar a acuerdos con su formación para dirigir el país a expensas del resto. La jugada no es más que un nuevo embuste nacionalista. Y es que, el argumento principal para rechazar al PP se basó en sus pactos con Vox. Nada ha cambiado desde hace una semana, tan sólo el relato que trata de vender ahora el PNV.