¿Sueles posponer la alarma por la mañana? Así es como estás dañando tu salud

Lunes, seis de la madrugada, suena la alarma. Automáticamente le das al botón de posponer y te quedas en la cama «cinco minutos más». O puede que seas de estas personas que tienen programadas 10 alarmas con intervalos de 5 minutos. Aunque es una costumbre bastante habitual entre los que no tenemos más remedio que madrugar, los expertos coinciden en que posponer la alarma no asegura un mejor descanso. Y todavía hay mucho que desconocemos sobre los efectos reales de esta práctica.

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EL FENÓMENO DE LA INERCIA DEL SUEÑO

La inercia del sueño se manifiesta principalmente al pasar de fases profundas del sueño, especialmente la N3, a la vigilia. Experimentamos esto cuando dormimos una siesta demasiado larga y entramos sen la fase N3, lo que hace que tengamos un despertar aturdido, de mal humor y con sensación de malestar. La fase N3 generalmente ocurre en la primera mitad de la noche y no debería estar presente al despertar en la segunda mitad. Su presencia podría indicar un cronotipo vespertino o privación de sueño, donde el cerebro compensa con un rebote de sueño N3.

En casos de inercia del sueño, ya sea por ser vespertino o por falta de sueño, un despertar gradual a lo largo de 30 minutos puede ser preferible a hacerlo de manera brusca en la hora límite, facilitando una transición más suave a un estado de vigilia alerta.

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