Felipe González y Eduardo Madina, militantes de la defensa de la Constitución

Eduardo Madina coincidió con el político que más ha admirado, Felipe González, en la X Jornada ‘Gregorio Peces-Barba’ de la Fundación que lleva su nombre, donde analizaron el recorrido constitucional en estos 45 años, proclamándose militantes de la defensa de la Carta Magna, abiertos a nuevas reformas, siempre y cuando se hagan con las reglas marcadas y dando también un buen repaso al Gobierno de su partido, el socialista, por sus últimas acciones.

Entre los asistentes al abarrotado salón de actos de Caixa-Forum Madrid estuvieron los presidentes del Congreso y del Senado, los jueces Manuel Marchena, Carlos Lesmes y Pablo Llarena, en representación de la cúpula judicial de nuestro país, fiscales, Miguel Roca, uno de los padres de la Constitución, los rectores de la Universidad Carlos III de Madrid, la Universidad de Alcalá y la UNED, además de sindicalistas y familia del propio Gregorio Peces-Barba.

La charla-coloquio duró dos horas y comenzó con un fragmento del discurso que dio el presidente del Congreso el 30 de enero de 1986, cuando juró la Constitución el rey Felipe, entonces Príncipe de Asturias. A continuación, Julián García Valverde, presidente de la Fundación Gregorio Peces-Barba, planteó cómo hacer que la Constitución constituya algo propio de los jóvenes dando la palabra a Felipe González, como estrecho colaborador de Peces-Barba, y a Eduardo Madina, en representación del relevo generacional, aunque lleva ya seis años retirado de la política.

DE LA RECONCILIACIÓN A DEFENDER LA CONSTITUCIÓN

Felipe González empezó destacando que no son más del 14% los que salieron en tromba a criticar el discurso de Gregorio Peces-Barba que se acababa de escuchar y cómo en el pasado el propósito no era salir a defender la Constitución, la más duradera que «en un país como España tiene mérito», sino la reconciliación.

El primer presidente del Gobierno socialista de la democracia habló de los Pactos de Moncloa previos como «prueba de fuego para el entendimiento entre las dos Españas y en una época de crisis». A su juicio, Santiago Carrillo y el PCE fueron los más dispuestos en el debate hasta que hubo consenso por parte del PCE, UCD, PSOE y la Alianza Popular de Fraga.

Felipe González se sorprendió con la cantidad de «tonterías y barbaridades que se cuentan» en la actualidad, desde cuestionar el vínculo del PSOE a la Constitución a decir que España es plurinacional o las críticas al pacto bipartidista. «Si hay dos partidos que suman 220 diputados para hacer reformas imprescindibles están condenados a entenderse». Habló también de la aceptación de la derrota y que «ahora no es más difícil ponerse de acuerdo que lo era antes».

«LA DISCRECIONALIDAD ES UNA VIRTUD EN EL ARTE DE GOBERNAR, NO LA ARBITRARIEDAD»

«La discrecionalidad es una virtud en el arte de gobernar, no la arbitrariedad», dijo González cuando explicó cómo hace 40 años se redujo la jornada laboral «sin tantas alharacas» y se lograron avances importantes en la educación universal y gratuita o en el sistema sanitario público, siendo consciente de las críticas recibidas por su recurso previo de constitucionalidad.

Sobre el presente de la salud constitucional, Felipe González fue muy claro: la ve «amenazada», pues se ha perdido el respeto a la división de poderes. Por eso ahora es necesario hacer una defensa y que haya un consenso como el que hubo hace 45 años.

Felipe González se mostró preocupado por la confusión que hay en la calle y en el propio Congreso. Algunos ciudadanos tienen tantas preocupaciones diarias que no saben diferenciar entre indulto y amnistía, pero también en el Congreso, con respecto a derechos fundamentales como son la educación y la sanidad y las políticas de vivienda. También cree que se confunde que el Senado es una cámara federal con hacer una confederación e incluso hay confusión cuando algunos tratan de negar el derecho a las diferencias.

En el artículo 92, que fue propuesta de Fraga, se permite la consulta a todos los españoles, que son los soberanos, «pero a todos, no solo a los amnistiados, mejor dicho, a los autoamnistiados». Este tema salió varias veces durante la velada. «Esto no es una amnistía, es una autoamnistía que la regula además quien se amnistía, y que ha influido políticamente en cambiar leyes. Delitos que se borran para algunos mientras sigue siendo delitos para otros eso no es posible», criticaría más adelante.

eSTO ES UNA AUTOAMNISTÍA QUE REGULA ADEMÁS QUIEN SE AMNISTÍA (…) DELITOS QUE SE BORRAN PARA ALGUNOS MIENTRAS SIGUE SIENDO DELITOS PARA OTROS, ESO NO ES POSIBLE

Felipe González está de acuerdo con los indultos «siempre y cuando no te digan que van a volver a repetirlos, que se comprometan a respetar la Constitución (…) Que quieren hacer reformas, que las hagan, pero con el apoyo de 220 diputados de la cámara y una consulta a todos los españoles, no burlando las reglas».

Para González es crucial que «la mayoría respete a la mayoría y la minoría no tiene que chantajear a una mayoría que se deja chantajear. La mayoría se debilita cuando dependen de las minorías de los extremos. Hay que recuperar la centralidad para tener un horizonte de convivencia otros 30 años más y cuando gane otro, aceptarlo».

Felipe González y Eduardo Madina homenajearon a Gregorio Peces-Barba y los 45 años de recorrido de la Constitución.
Felipe González y Eduardo Madina homenajearon a Gregorio Peces-Barba y los 45 años de recorrido de la Constitución.

Felipe González habló también del «espectáculo» de la ley ómnibus, haciendo un llamamiento a superar ya esa situación de emergencia para poder empezar a legislar de forma normal. «Me opondré a todos los ómnibus que haya».

Felipe González bromeó con el calificativo de «dinosaurio», el cual ve como una ventaja, al apuntar que él ya no piensa en su futuro sino en el de los más jóvenes, que se verán afectados por el cambio climático, la desertización, etcétera.

RECETA PARA REFORMAR EL CGPJ

Uno de los momentos más importantes es cuando dio la receta para la reforma del Consejo General del Poder Judicial. A su juicio, se debería cesar automáticamente a todos los miembros cuando acabe el plazo de su mandato, dar un tiempo prudencial para negociar y si no se llega a un acuerdo, sortear los puestos. «Verás como no hacía falta llegar a eso y se solucionaba antes de un mes», dijo el expresidente del Gobierno.

No obstante, aclaró que no se puede confundir el Consejo con el poder judicial, porque la independencia judicial se predica de la función de los jueces, no del CGPJ, y los jueces estaban cumpliendo con su deber cuando han sufrido el ataque «de estos que piden la autoamnistía», recalcó.

Tampoco tuvo pelos en la lengua para referirse a la figura del mediador europeo, que «en conflictos no es experto, es el tapado de la negociación» y «esto ha supuesto una pérdida de madurez de la democracia plena», apuntó Felipe González, sin importarle los comentarios de quienes dicen que está del lado de la derecha.

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Felipe González dijo estar «en la posición que estaba mi partido el día 23 de julio, e incluso el día 24 de julio, yo no he cambiado». Tampoco aceptaría una autocracia personalista. Otro momento divertido fue cuando comparó en varias ocasiones que «gobernar a la izquierda del PSOE es meterse en el camarote de los hermanos Marx, pedir dos huevos más».

Para Felipe González claro que hay que reformar la Constitución, para que tenga validez otros 30 o 40 años más. Y habló de varias de las propuestas y reformas necesarias, aparte de la de los discapacitados en el texto de la Constitución recién aprobada.

Haría «bastantes», sobre todo en cuestiones relacionadas con las condiciones de vida y constitucionalizar derechos básicos para proteger la privacidad y la propiedad intelectual de la inteligencia artificial, el big data que se usa gratis, el derecho a la intimidad que casi hemos perdido. También poniendo mucha atención a los recursos hídricos, que es uno de los grandes desafíos del futuro y «están al límite».

Además, hay que reflexionar sobre los incendios forestales y defender los espacios naturales, pues «hay 20 veces más de combustible que posibilidad de apagarlo», teniendo en cuenta que estamos amenazados por desastres naturales.

Antes de concluir sus intervenciones, Felipe González apuntó que «nunca he aceptado que un Gobierno me pague por asesorarle» y que es «optimista con el futuro» pese a la frustración actual.

EDUARDO MADINA, MÁS HIJO DEL 78 QUE NIETO DEL 36

Eduardo Madina, casi seis años después de dejar la política y trabajar en la empresa privada, se consideró «más hijo del 78 que nieto del 36» y explicó que la Constitución corrigió 4 de los 5 grandes desafíos que tenía España desde hace siglos: el económico, el social, el religioso, el militar y encauzó el territorial. Y aunque algunos no estén cómodos con el modelo territorial, a su juicio, «la Constitución ha tratado mejor a mi generación que mi generación a la Constitución y la prueba de ello es que tenemos una de las mejores 15 democracias».  

Como anécdota contó la clase de la Transición que le dio su vecino Ramón Rubial, que resumía que España antes era «un ejército sin país y luego un país con ejército». Compartió la propuesta de solución para renovar el CGPJ que había planteado Felipe González, de cese inmediato al cumplir el plazo, un tiempo prudencial para ponerse de acuerdo y un sorteo de candidatos para ocupar plazas. «Te guste o no te guste todos los nombres que haya, pues en eso consiste».

Madina dijo estar de acuerdo con los indultos pero sigue sin comprender la amnistía, ya que «es anticonstitucional». También habló del proyecto de su partido y cómo advirtió a Pablo Iglesias de que el proyecto político de PSOE+Podemos estaba más pensado para el pasado que para el futuro.

Tras abordar cómo la revolución digital nos ha transformado y los retos de la digitalización que hay que abordar en la línea de lo que había dicho Felipe González, o para la sucesión de la Corona, etc., afirmó que la realidad genera necesidades políticas y «ninguna se puede resolver con una votación de 176-174».

Eduardo Madina se mostró partidario de que el sistema de votación sea como cuando se elige un alcalde de un pueblo, con síes o abstenciones, pero no con bloqueos, convencido de que «vendrán voces nuevas que recuperarán la capacidad de cooperar más que de competir».