Aragonés está más preocupado en ponerse de acuerdo con su homólogo vasco, en hacer frente común para reclamar a Pedro Sánchez las competencias que les debe; o en viajar a la Unión Europea para recuperar la interlocución de la Generalitat con la Unión Europea, desplazándose desde el martes a Bruselas, que en buscar soluciones para que los catalanes no sufran los efectos de la sequía. Curiosamente, este viaje coincide con el decreto la emergencia por sequía en 200 municipios en donde viven más de seis millones de personas, incluida Barcelona, este jueves.
El presidente de la Generalitat se ha puesto de acuerdo con el lehendakari vasco y han decidido hacer frente común contra Pedro Sánchez para que el Estado cumpla el traspaso de las competencias comprometidas con Cataluña y con el País Vasco. Pere Aragonès e Íñigo Urkullu se han encontrado en el Parlamento Europeo y han coincidido en que van a pedir a Sánchez que cumpla sus promesas de investidura.
Aunque no hay agua, Aragonès quiere el traspaso de las cercanías, el servicio de Rodalies, también pide la gestión del Ingreso Mínimo Vital, que el País Vasco ya tiene. Pero Urkullu y Aragonès también reclaman asumir más competencias en inmigración en materia de acogida e integración. Ambos presidentes autonómicos coinciden en que no se fían de Sánchez a la hora de cumplir sus compromisos, además de criticar la gestión que está haciendo el Gobierno de los fondos europeos dedicados a la industria. El presidente catalán está interesado en recuperar la relación que en su día tuvo CiU (Convergencia i Unió, hoy Junts) con el PNV.
Pero esta semana de encuentros en Bruselas, contrasta con los problemas de sequía que está teniendo Cataluña. Los ciudadanos más críticos consideran que desde 2017 los políticos se han ocupado más de la lucha independentista que en atender los problemas del día a día de las poblaciones. En el caso extremo del agua consideran que deberían haber previsto lo que está pasando y poner soluciones. Y la única que acaban de dar es declarar la la emergencia por sequía, pero no hay ni un proyecto de construir desaladoras, por ejemplo.
ARAGONÈS AFIRMA QUE SE HAN EMPEZADO A MONITORIZAR LOS DATOS DIARIOS PARA SABER «CUÁL ES LA SITUACIÓN»
De regreso a Barcelona, Aragonès ha tenido que asistir a una reunión extraordinaria de la Comisión Interdepartamental de la Sequía, en la que se ha decidido adoptar el decreto de emergencia. En la reunión también estuvo presente el conseller de Acció Climàtica, David Mascort. Como si no estuviera previsto, el presidente de la Generalitat ha explicado que «no habíamos afrontado nunca una sequía tan larga», recordando que en los 40 meses no ha llovido como Cataluña necesita. Y lo más sorprendente, ha anunciado que se están monitorizando los datos diariamente para «saber cuál es la situación».
Mientras Aragonès viajaba a Bruselas este martes, la Comisión de la Sequía era convocada de manera urgente a la vista de que los niveles en los embalses habían bajado del umbral de los 100 hectómetros cúbicos, la cifra con la que suenan todas las alarmas de haber entrado en situación de emergencia.
Pese a la situación, Aragonès confía en que se va a superar esta crisis de escasez: «Superaremos la sequía gracias a la planificación y las inversiones bien coordinadas. La sociedad y las administraciones hemos sido capaces de superar situaciones adversas, y lo volveremos a hacer». Para superar el problema, también la Generalitat ha intensificado las relaciones con el Gobierno y con Europa.
Por su parte, el conseller Mascort ha concretado en los últimos dos meses han trabajado para «proteger el tejido productivo y el deporte, permitiendo el rellenado de piscinas federadas o campos de fútbol a cambio de compensaciones». También ha confirmado que se han incrementado las inversiones de 50 millones a 120 para «mejorar la red de distribución y en el ciclo integral del agua». Mascort ha asegurado que las actuaciones contra la sequía están escritas desde hace dos años».
LOS CIUDADANOS CULPAN NO SOLO A LA SEQUÍA SINO A LA «MALA GESTIÓN»
Sin embargo, asociaciones civiles no comparten las palabras de Aragonés y Mascort. Creen que han llegado demasiado tarde. Las protestas y críticas arrecian desde los colectivos ecologistas, sociales y vecinales, agrupados en la campaña «D’on no hi ha, no en raja» (de donde no hay, no mana). Aseguran que la sequía «no es sólo por falta de lluvia, también es mala gestión». Mucho más gráfica ha sido su protesta en Montjuit donde han colocado una pancarta con el mensaje «Cambio climático + Mala gestión = Sequía».
Han criticado la, a su juicio, mala gestión por parte de la Generalitat en la aplicación del Plan Especial de Sequía, señalando que los datos de consumo de las actividades económicos con concesión de agua otorgada por la ACA no son públicas, por lo que «no hay forma de saber si el plan se está cumpliendo y si las restricciones son suficientes».
Estos colectivos critican la «actitud interesada y partidista» de la modificación del Plan en diversas ocasiones para relajar las medidas, destacando las enmiendas presentadas por el PSC y Junts para que se pudieran llenar las piscinas de hoteles, así como retrasar las sanciones durante el verano pasado.
Las organizaciones civiles calculan que solo uno de cada cuatro ayuntamientos de más de 20.000 habitantes tienen un plan municipal de sequía
Tampoco se libran de las críticas los ayuntamientos por «rehuir» sus funciones y competencias en materia de agua. En este sentido, concretan que el 7% de los municipios de Cataluña, aquellos que tienen más de 20.000 habitantes, deben tener diseñado un plan municipal de sequía y de estos, solo uno de cada cuatro lo tienen activado.
Los argumentos de estas asociaciones van acompañados de datos. Recuerdan que el Índice de Explotación del Agua muestra que en Cataluña el 31% sobreexplota su agua dulce disponible, lo que significa que «la demanda actual sobrepasa el uso sostenible de los recursos hídricos». El modelo económico basado en «construcción y turismo» también perjudica la situación al no ser sostenible.
En definitiva, las asociaciones civiles reclaman cambiar el actual paradigma de la gestión del agua, destinando a suministrar agua a todos los sectores que la demandan, «como si fuese infinita», y apostar por la «reducción progresiva, comenzando por los sectores que más consumen».
