Belkis, Camila y Norma viven en América Latina. Transladan a Europa Press las historias de tres mujeres que han nacido y sufrido la violencia intrafamiliar o la pobreza. A pesar de todo, sueñan con futuro repleto de oportunidades y esperanza.
«Apasionada y optimista». Así es como se define Belkis Xiomara Correa Vega (20 años), estudiante de Licenciatura en Educación Infantil, en San José de Cúcuta, cerca de Venezuela y conocida por su historial militar. Vive con su madre y su hermana mayor «en un hogar humilde construido con mucho esfuerzo en Colinas de Bello Monte, en la periferia de la ciudad, cerca de la frontera» ya que, como indica, «hace algunos años» tuvieron que iniciar sus «vidas de cero» al sufrir violencia intrafamiliar.
«Mi padre maltrató a mi madre y tuve que poner todos mis esfuerzos para empujarla a ella a tomar la decisión de separarse e iniciar una nueva vida juntas. Vivir de cerca esta violencia y el maltrato a la mujer ha tenido un impacto profundo en mi forma de ver la vida y en mis reflexiones sobre este tema», relata.
Como desgrana, esta «experiencia dolorosa» le ha llevado «a cuestionar las estructuras de poder y los roles de género que perpetúan la discriminación y la violencia hacia las mujeres en nuestra sociedad». «Me ha hecho consciente de las profundas injusticias y desigualdades que existen, y me ha impulsado a convertirme en una defensora de los derechos de las mujeres y a trabajar promoviendo el respeto, la igualdad y el empoderamiento en todos los ámbitos de la vida», argumenta.
En este punto, alerta del «ciclo de violencia que puede perpetuarse de generación en generación si no se interviene de manera adecuada». «Me he comprometido a romper ese ciclo y a construir una vida basada en el amor, el respeto y la dignidad humana, tanto para mí como para mi madre», defiende, de ahí su decisión de estudiar educación infantil, no sólo por su amor a los niños, sino también por su «compromiso de romper el ciclo de violencia y contribuir a la construcción de un mundo mejor».
«Creo firmemente en el poder transformador de la educación en la vida de los niños y niñas, y me veo trabajando para crear entornos educativos inclusivos y estimulantes que les permitan alcanzar su máximo potencial, ya sea como educadora en una escuela, como coordinadora de proyectos educativos o como defensora de políticas públicas en favor de la infancia. Espero poder utilizar mis estudios en educación infantil para contribuir de manera significativa al desarrollo integral de los niños y niñas en mi comunidad», vaticina.
Belkis es una de las jóvenes que ha recibido una de las becas ‘Transformando Realidades’ que concede BBVA y Bancamía –la entidad colombiana de la Fundación Microfinanzas BBVA– cuya «obtención representa esperanza y superación de las diferentes dificultades», además de brindarle «la oportunidad de construir un futuro más prometedor» para ella y quienes la rodean, por lo que asegura que aprovechará al «máximo esta oportunidad».
«La asistencia a la universidad no solo es un logro personal, sino que también se convierte en un símbolo de esperanza y un ejemplo inspirador de superación para aquellos que enfrentan desafíos similares a los que he experimentado. Es un mensaje valioso que resuena en los corazones de quienes luchan contra la adversidad, mostrándoles que, a pesar de los obstáculos, el camino hacia un futuro brillante está abierto mediante el acceso a la educación», asegura.
La joven no olvida el papel de su madre en toda su trayectora, cuyo «amor incondicional y dedicación» para sacar a la familia adelante la han «inspirado profundamente». «Quiero honrar su sacrificio y su lucha constante siendo la mejor versión de mí misma, construyendo un futuro lleno de oportunidades y alegría para ambas», afirma, con el objetivo de «crear un hogar donde sentirse seguras y protegidas, florecer y alcanzar el máximo potencial».
Por todo ello, cree que el Día de la Mujer «es una ocasión para celebrar los logros y contribuciones de las mujeres en todos los ámbitos de la vida, así como para reflexionar sobre los desafíos y las luchas que aún enfrentamos en busca de la igualdad de género».
«Lo vivo con un sentido de orgullo, por todas aquellas que con valentía, han abierto camino para las generaciones futuras y con un compromiso renovado de seguir luchando por un mundo más justo e inclusivo para todas», señala. Además, ve «crucial que el 8 de marzo se convierta en un día de reflexión, celebración y acción, en el que se reconozca y valore el papel de la mujer».
Camila Ortega tiene 19 años y vive en Lima (Perú) con sus padres y hermanos. Ha recibido una de las becas de Fundación Microfinanzas BBVA en Perú concedidas a hijos de emprendedores, vinculados a Financiera Confianza. «Gracias a esta beca podré estudiar Psicología en una de las mejores universidades del país. En mi día a día trato de ayudar a mi madre con los quehaceres del hogar y con el cuidado de mis hermanos, como soy la mayor paso tiempo con ellos y así colaboro en casa», relata.
Camila reconoce que ganar esta beca ha supuesto «una oportunidad de futuro». «Si no la hubiera ganado habría tenido que limitarme a ir a la academia y seguir intentando alcanzar una vacante en la universidad nacional, porque para mi familia la universidad privada es demasiado costosa. En Perú la educación universitaria en general es muy cara. Muchas personas se postularon a la beca. Era difícil ser seleccionada, ahora estoy feliz», asegura.
Para ella, el 8 de marzo «es un día para recordar dónde estamos y lo que falta recorrer». «Lo vivo al lado de las mujeres más importantes de mi vida conversando y compartiendo un espacio en familia. Cuando miro a mi prima, que es más pequeña, veo que la situación de las mujeres va mejorando cada generación que pasa», destaca.
«Ahora te planteas por tí misma lo que quieres hacer personal y profesionalmente: si quieres ser madre o no, si quieres casarte o no, tus metas profesionales.. Aquí sí hay un cambio notable entre, por ejemplo, mi abuela conmigo o incluso entre mi madre y yo. Y lo noto incluso en las conversaciones que solemos hacer», enfatiza.
Aunque actualmente no celebra el 8M, sí que le gustaría celebrarlo en el futuro y «recordar ese día con orgullo y respeto por todo lo vivido» por lo que reclama a los políticos que «escuchen y alienten» a los más jóvenes. En este punto, considera «que aún faltan muchas cosas para poder celebrar». «Es lamentable que aún en el siglo XXI existan grandes carencias y deficiencias», denuncia, en alusión a cuestiones como la tasa de feminicidios, la brecha salarial o las diferencias en educación.
Norma Dailet Uriana Ipuana tiene 18 años y estudia la carrera de Economía en tercer semestre en la Universidad del Norte de Barranquilla (Colombia) gracias a la beca ‘Transformando Realidades’. Perteneciente a la comunidad indígena Wayuu, vive con sus padres y su hermana. «En nuestra comunidad, el valor de la educación para las mujeres está cambiando gradualmente, cada vez más se reconoce la importancia de que nosotras nos formemos profesionalmente. Sin embargo, aún existen desafíos y estereotipos de género que deben superarse», lamenta.
Como subraya, en su comunidad, «asistir a la universidad es un logro significativo que representa la superación de barreras y la apertura de nuevas oportunidades», por lo que destaca que el Día de la Mujer «es importante ya que es un recordatorio del progreso logrado y de las luchas que quedan por librar».
«Lo vivo como un día de celebración, pero también de reflexión y acción para seguir avanzando hacia la igualdad de género. En el futuro, me gustaría que el 8M se celebre de manera inclusiva y participativa, reconociendo los logros de las mujeres en todos los ámbitos y destacando la importancia de seguir trabajando juntos por la paridad de oportunidades, trabajos bien pagados y crecimiento», reclama.