El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ha brindado acogida en la noche del jueves al obispo nicaragüense Rolando Álvarez, quien sufrió una condena de 26 años de prisión y la pérdida de su nacionalidad bajo la acusación de «traidor a la patria». La llegada de Álvarez a España se produce después de un acuerdo entre el Gobierno de Nicaragua y la Santa Sede, que culminó con su destierro al Vaticano.
Saiz Meneses compartió la noticia a través de su cuenta en la red social X, donde publicó: «Visita de Monseñor Rolando Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa y Administrador Apostólico de Estelí (Nicaragua). Visita de cortesía y de descanso. Palacio Arzobispal, Seminario, Catedral, Casa Sacerdotal».
La persecución a Rolando Álvarez en Nicaragua
En febrero de 2023, Rolando Álvarez fue condenado a 26 años de prisión por supuestos delitos de conspiración, propagación de noticias falsas, obstrucción de funciones y desacato a la autoridad. El obispo, reconocido por su labor en defensa de los Derechos Humanos, pasó más de 500 días encarcelado.
Álvarez, miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), se convirtió en 2022 en el primer obispo de la Iglesia católica arrestado desde la llegada al poder de Daniel Ortega en 2007. El gobierno sandinista ha mantenido una postura crítica con la Iglesia Católica, a la que acusa de intentar desestabilizar el país.
Tensiones entre el Gobierno Sandinista y la Iglesia Católica
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha calificado en reiteradas ocasiones a la Iglesia Católica como una «dictadura perfecta» y la ha acusado de utilizar a sus obispos para «dar un golpe de Estado». Ortega sostiene que algunos sacerdotes, a quienes se refiere como «demonios con sotana», incitaron a la violencia durante las protestas contra su gobierno en 2018, que dejaron un saldo de más de 300 fallecidos.
La llegada de Rolando Álvarez a Sevilla supone un nuevo capítulo en la compleja relación entre el gobierno de Nicaragua y la Iglesia Católica. Mientras Álvarez busca refugio y descanso en España, su situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de aquellos que se atreven a desafiar al régimen de Ortega. La comunidad internacional permanece atenta a la evolución de los acontecimientos y a la posibilidad de que se tomen medidas para restaurar la democracia y el respeto a los Derechos Humanos en Nicaragua.