Es la isla más peligrosa del mundo y ni el ejército se atreve a acercarse. Se trata de la isla Sentinel del Norte donde el peligro no proviene de animales salvajes, ni de la contaminación sino de las personas que viven allí.
Esta isla cuenta con la tribu más temible del mundo: los Sentineleses que habitan este lugar desde tiempos antiguos y mantiene sus costumbres por fuera de la modernidad. Quienes se atrevan a poner un pie en este lugar, podrían no regresar nunca a la realidad.
Qué pasa en la isla más peligrosa del planeta
En la isla Sentinel del Norte habita la legendaria tribu de los Sentineleses. Este lugar, ubicado en el océano Índico, es parte de la India, aunque los lugareños no conocen ese país, ni han oído hablar de ellos. Este pueblo está ubicado a sólo 30 kilómetros de las islas modernas más cercanas, pero el ejército indio ha establecido una zona de patrullaje de tres millas de largo para prevenir el ataque de esta tribu.
Sin embargo, los Sentineleses tienen un fuerte sistema de protección que, cualquiera que se acerca, puede ser atacado con flechas y lanzas. Este sitio está completamente cubierto de vegetación por lo que aún no se pudo determinar dónde se encuentran estos nativos y quién quiera visitarla, no puede saber desde dónde podrá ser atacado.
La isla donde la muerte está muy cerca

La isla Sentinel del Norte puede ofrecer un paisaje único que puede ser atractivo para los visitantes. Sin embargo, sus aguas cristalinas y la existencia de corales son un anzuelo peligroso para los turistas que, con tan sólo poner un pie, pueden perder su vida. Los sentineleses son los verdaderos dueños de este sitio y quienes eligieron aislarse del mundo. Es por esto, que la tribu vive con su propio sistema alejado de la tecnología.
Los lugareños no practican la alfarería ni la agricultura y se rigen bajo un estricto sistema de violencia: cualquier persona que visite el lugar puede ser asesinada. Marco Polo, el famoso mercader fue quien mencionó por primera vez esta isla y sus habitantes y aseguró que si “un extranjero llega a su tierra inmediatamente lo matan y, acto seguido, se lo comen”. En 1967, un grupo de investigadores lograron lo impensado y pudieron mantener contacto con ellos. Triloknath Pandit y sus compañeros de expedición fueron los únicos que sobrevivieron a los contactos con los nativos que, apenas los vieron, se escondieron detrás de la vegetación para no ser vistos.