El aumento del uso de pruebas de imagen en la práctica habitual para la valoración de los pacientes por cualquier patología ha desencadenado un incremento en la incidencia de cáncer renal debido a un diagnóstico incidental de tumores asintomáticos, según apunta la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM). Este aumento implica un diagnóstico precoz con tumores de menor tamaño y enfermedad localizada susceptible de tratamiento curativo.
Los radiólogos desempeñan un papel fundamental en la estadificación del cáncer renal, describiendo el tamaño, localización y afectación de estructuras adyacentes, lo que repercutirá en la decisión del manejo tanto quirúrgico como tratamiento sistémico.
El Papel Clave de los Radiólogos en el Diagnóstico del Cáncer Renal
Existen distintas pruebas de imagen para diagnosticar el cáncer renal, pero la prueba más sensible para su detección es una tomografía computarizada (TC) sin y tras administración de contraste. Esta técnica se convierte en la prueba de elección ante la sospecha de tumor renal en pacientes con hematuria, dolor en el flanco o masa palpable.
La ecografía nos permite distinguir lesiones quísticas de lesiones sólidas, mientras que la resonancia magnética (RM) también presenta alta sensibilidad para el diagnóstico de tumor renal, especialmente en pacientes con alteración de la función renal a los que no se puede administrar el contraste yodado de la TC.
Los radiólogos intervencionistas desempeñan un papel crucial, ya que pueden llegar a la lesión y tratarla de forma guiada con técnicas de imagen (TAC y ecografía). De hecho, los tumores en el riñón menores de 3 cm pueden tratarse con ablación con resultados iguales que la cirugía, pero con mayor preservación del parénquima renal normal y, por lo tanto, menor riesgo de insuficiencia renal.
La Importancia del Diagnóstico Precoz y el Tratamiento Personalizado
La incidencia mundial de cáncer renal es de más de 400.000 personas (431.258) y en España cada año se diagnostican cerca de 9.000 nuevos casos (8.626), lo que lo convierte en el quinto cáncer más frecuente. Es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres y suele desarrollarse entre la sexta y la octava década de la vida.
La mayoría de los cánceres renales son esporádicos y únicamente un 5 por ciento presentan causa hereditaria. Los principales factores de riesgo son el tabaco, la obesidad, la hipertensión arterial y la enfermedad quística adquirida (poliquistosis). En la actualidad, la tríada clásica (dolor en flanco, hematuria y masa palpable) ya no es la forma más común de presentación, siendo la mayoría de los tumores renales hallazgos incidentales en pruebas para otras enfermedades.
Al momento del diagnóstico, la forma de presentación más frecuente es localizada (75%), mientras que un 17 por ciento tendrán afectación regional y un 16 por ciento tendrán metástasis. Esto evidencia la importancia del diagnóstico precoz y el tratamiento personalizado en función de la estadificación realizada por los radiólogos.