Un grupo de madres enojadas son capaces de cualquier cosa. Y en este caso las madres de un colegio de Polonia llegaron más allá y denunciaron a dos burros que habitaban en un zoológico.
Esta desopilante historia sucedió en 2014 cuando los alumnos de una institución polaca fueron de excursión a esta reserva y descubrieron a dos burros que eran pareja apareándose. Al parecer, a este grupo de madres les desagradó la idea y decidieron denunciar a las autoridades del lugar y también a los dos inocentes animales.
Cómo fue la denuncia de las madres que descolocó a todos
La denuncia de este grupo de madres generó una fuerte repercusión y la intervención de las autoridades. Estas mujeres lograron separar a Antosia y Napoléon, una pareja de estas especies que habían estado juntos durante diez años. Estos animales no necesitan de intimidad para aparearse y, por eso, montaron esa escena delante de los niños que fueron a visitarlos.
Por este motivo, el grupo de madres elevó quejas que fueron escuchadas por la funcionaria política Lidia Dudziak y que decidió realizar algo al respecto. La mujer solicitó al zoológico que pusieran a la pareja de burros en espacios separados, para no volver a alentar un espectáculo como el que habían presenciado los niños. De esta manera, el zoológico accedió a la petición aunque también reaccionaron los sectores defensores de animales. Los especialistas también intervinieron y aseguraron que esta decisión no era saludable para ellos por lo que la medida se echó para atrás.
Un grupo de madres que denuncia y un gorila en el foco: las demandas más insólitas

Aunque el maltrato animal es una de las denuncias más frecuentes, también existen otras demandas insólitas que ocurren con animales. Después de la queja pública de un grupo de madres al zoológico de Polonia, salió a la luz la historia del gorila que mantuvo un entuerto legal con un fotógrafo. Se trata del reportero que dejó la cámara sola en plena selva, para captar a un grupo de gorilas que estaban allí.
El experimento tuvo un giro inesperado y uno de los primates tomó el dispositivo y se tomó una selfie. Esta imagen recorrió el mundo y Slater solicitó una compensación económica por el uso de la foto. Sin embargo, organismos defensores de animales siguieron el litigio, alegando que el gorila era el dueño de la imagen y el fotógrafo no tenía derecho a reclamar nada. Finalmente, la situación se resolvió y Slater no recibió ninguna regalía.