La industria nuclear española se encuentra en una encrucijada. A pesar de su importante contribución a la generación eléctrica del país, con siete reactores que abastecen más del 20% de la demanda, el futuro de esta tecnología se encuentra en entredicho. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) establece un calendario de cierre escalonado para todas las centrales nucleares, culminando en 2035. Sin embargo, diversos factores como el retraso en el desarrollo de las energías renovables, la falta de infraestructuras de almacenamiento de residuos y la necesidad de adaptar las redes eléctricas, plantean serias dudas sobre la viabilidad de este cronograma.
Obstáculos en el Camino hacia el Cierre Nuclear
El principal desafío que enfrenta el cierre nuclear en España es la incertidumbre en torno a la gestión de los residuos radiactivos. A pesar de que la construcción de un almacén geológico profundo está prevista para 2073, la falta de una solución a corto plazo genera preocupación. Mientras tanto, las centrales se ven obligadas a almacenar los residuos en contenedores individuales, lo que contradice la idea de un desmantelamiento limpio y seguro.
Por otro lado, el desarrollo de las energías renovables no avanza al ritmo esperado, lo que dificulta la sustitución de la generación nuclear sin comprometer la seguridad del suministro eléctrico. A esto se suma la necesidad de adaptar las redes eléctricas a un nuevo modelo energético, basado en la generación distribuida y la integración de fuentes intermitentes como la eólica y la solar.
El Sector Nuclear se Defiende: Seguridad, Sostenibilidad y Capacidad
Ante este panorama, el sector nuclear defiende su papel crucial en la transición energética. Argumentan que la energía nuclear es una fuente de energía segura, fiable y libre de emisiones de gases de efecto invernadero, características que la convierten en un aliado fundamental para combatir el cambio climático. Además, destacan la alta capacidad de generación de las centrales nucleares, que operan de forma continua y no dependen de factores climáticos, garantizando la estabilidad del sistema eléctrico.
En este sentido, reclaman al Gobierno una mayor flexibilidad en el calendario de cierre, considerando los desafíos que enfrenta el despliegue de las renovables y la gestión de los residuos. Proponen alternativas como la extensión de la vida útil de las centrales existentes, lo que permitiría ganar tiempo para desarrollar soluciones a largo plazo y asegurar una transición energética ordenada y sin riesgos para el suministro eléctrico.