El rebozado es una técnica esencial en la cocina que permite obtener alimentos con una capa crujiente y dorada por fuera, manteniendo su interior jugoso. Conseguir un rebozado perfecto puede ser todo un arte, pero con la técnica adecuada y solo dos ingredientes, es posible lograr resultados sorprendentes. Para ello, utilizaremos maicena y agua, ingredientes simples y accesibles que, combinados de la forma correcta, pueden transformar un simple pollo frito en una delicia crocante.
Para comenzar, prepara una mezcla de maicena y agua. Este rebozado es ideal para pollo frito, pero también funciona con otros alimentos como pescado o vegetales. En una bandeja amplia, coloca una cantidad generosa de maicena y añade un chorrito de agua. Es crucial no añadir demasiada agua de una sola vez, ya que esto puede hacer que la mezcla quede demasiado líquida. La clave está en añadir el agua poco a poco y mezclar bien hasta que la maicena comience a apelmazarse, formando grumos y bolas grandes.
Maicena y agua para un rebozado perfecto

A medida que la mezcla de maicena y agua se empieza a formar, utiliza tus manos para desmenuzar los grumos grandes. El objetivo es obtener grumitos pequeños y algunos un poco más grandes, idealmente de un máximo de 2 mm de diámetro. Este proceso es esencial para que el rebozado adquiera esa textura crujiente y desigual que tanto se busca. La variación en el tamaño de los grumos permite que al freír, algunos queden más dorados y crujientes que otros, aportando una experiencia de textura más rica y compleja.
Con la mezcla de maicena lista, es momento de preparar el pollo. Antes de rebozarlo, asegúrate de que el pollo esté bien escurrido para que la maicena se adhiera de manera uniforme. Pasa cada pieza de pollo por la mezcla de maicena, asegurándote de retirar el exceso antes de freír. Este paso es crucial para evitar que el rebozado se desprenda durante la fritura. El resultado será una capa uniforme y bien adherida al pollo, lista para ser llevada a la sartén.
Cómo debe ser la fritura

Para la fritura, calienta aceite de girasol en un cazo hasta alcanzar una temperatura de 170-180 °C. Es importante mantener esta temperatura constante para que el rebozado se fría de manera uniforme y no absorba demasiado aceite. Introduce las tiras de pollo en el aceite caliente de cuatro en cuatro, para que la temperatura del aceite no disminuya demasiado. Fríe cada tanda durante unos dos o tres minutos, hasta que estén doradas y crujientes. Este proceso de fritura inicial asegura que el rebozado se selle y adquiera una primera capa crujiente.
Una vez todas las piezas de pollo hallan pasado por la primera fritura, es momento de realizar una segunda fritura. Este paso es fundamental para lograr un rebozado aún más crujiente. Vuelve a freír las tiras de pollo durante otros dos o tres minutos. Esta segunda fritura permitirá que el rebozado adquiera ese dorado intenso y una textura extra crocante que hace que el pollo frito sea irresistible. El resultado final será un rebozado perfectamente crujiente y dorado, con un interior jugoso y lleno de sabor.