Según un estudio, el desplazamiento de personas con discapacidad intelectual a piso, es insuficiente para su desinstitucionalización

La desinstitucionalización de las personas con discapacidad intelectual es un proceso complejo que no se limita a la simple transición desde centros especializados a pisos en la comunidad. Para que esta transición sea efectiva, es crucial construir un entorno inclusivo que favorezca la integración y participación plena de estas personas en la sociedad. El proyecto «Mi casa: una vida en comunidad», impulsado por Plena Inclusión España, explora este nuevo modelo de vivienda y la creación de comunidades más acogedoras para personas con discapacidad intelectual.

La iniciativa, financiada por los fondos de la UE Next Generation, ha estado en desarrollo durante tres años y se centra en experimentar un modelo de vivienda en barrios y pueblos como alternativa a las instituciones. El proyecto ha recopilado datos de 275 personas con discapacidad intelectual viviendo en 35 pueblos y ciudades de siete comunidades autónomas, lo que permite analizar el impacto real de esta propuesta en la vida de las personas con discapacidad.

La Importancia de la Comunidad en la Desinstitucionalización

El proyecto «Mi casa: una vida en comunidad» ha puesto de manifiesto que la inclusión no solo depende de la vivienda, sino también de la capacidad de la comunidad para acoger y integrar a las personas con discapacidad. En este sentido, el estudio realizado junto al Aguirre Lehendakari Center (ALC), una consultora adscrita a la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha evaluado cómo se relacionan las personas con discapacidad con los diferentes agentes del entorno: vecinos, administraciones públicas, asociaciones, etc.

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El equipo del ALC ha detectado la necesidad de crear mecanismos que faciliten la conexión entre las personas con discapacidad y la comunidad. Para ello, se han llevado a cabo sesiones de interpretación colectiva con representantes de la comunidad, identificando las necesidades y potencialidades del entorno. A partir de este análisis, se han desarrollado dinámicas de reflexión grupal para buscar soluciones que impliquen a la comunidad en la resolución de las dificultades detectadas.

El Papel del Conector Comunitario: Un Nuevo Actor en la Inclusión

En el marco de la investigación, se ha destacado la importancia del conector comunitario, una nueva figura profesional que se encarga de vincular recursos y personas para construir comunidades más inclusivas. La función del conector comunitario es fundamental para facilitar la interacción entre las personas con discapacidad, sus familias, los servicios públicos y la comunidad en general.

El conector comunitario actúa como un puente entre la persona con discapacidad y el entorno, ayudando a la integración en la comunidad. Su trabajo se centra en identificar las necesidades de las personas con discapacidad y conectarlas con los recursos disponibles, como asociaciones, servicios públicos y oportunidades laborales. De esta manera, el conector comunitario fomenta la participación activa de la persona con discapacidad en la comunidad, evitando la marginación y fomentando su autonomía.

La inclusión de las personas con discapacidad intelectual es un proceso complejo que requiere un cambio cultural profundo en la sociedad. El proyecto «Mi casa: una vida en comunidad» ha demostrado que la vivienda es solo una parte del camino. La creación de comunidades acogedoras, inclusivas y con la capacidad de acoger a las personas con discapacidad, es un paso crucial para lograr una verdadera desinstitucionalización. El trabajo del conector comunitario, como nuevo actor en la inclusión, es fundamental para construir un futuro más inclusivo para todas las personas.

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