La exmiembro de ETA Ana Belén Egües, alias ‘Dolores’, ha reconocido su participación en el atentado con coche bomba en la calle Platerías de Madrid, perpetrado el 8 de agosto de 2000. El ataque dejó 11 heridos, uno de ellos de gravedad.
Este lunes, durante el juicio en la Audiencia Nacional, Egües se ha limitado a declarar: «Sí, reconozco los hechos, no tengo nada más que decir». Inicialmente, la Fiscalía pedía 121 años de cárcel para ella, considerándola cooperadora necesaria en el ataque. Sin embargo, finalmente ha modificado su petición de condena a 85 años por un delito de estragos y por siete de asesinato terrorista intentado.
La participación de ‘Dolores’ en el comando ‘Buru Ahuste’
La Fiscalía ha detallado que ‘Dolores’ formaba parte del comando ‘Buru Ahuste’ de ETA en el año 2000. Este comando disponía de un piso en Madrid, donde se planeaban los ataques, se guardaban municiones, armas y explosivos, y se preparaban las acciones que se llevaban a cabo en la capital.
En el escrito de acusación, se menciona que la vivienda, alquilada en septiembre de 1999, acogió desde ese momento reuniones de Egües con otros integrantes del comando, como Iván Apaolaza, ‘Braulio’, Gorka Palacios, ‘Andoni’ y Juan Luis Rubenach, ‘Txurdo’.
La Fiscalía ha destacado que el 7 de enero de 2000, ‘Dolores’ robó un vehículo Peugeot 205 en el barrio de Fuencarral de Madrid. Se le retiraron las placas originales y se le colocaron otras que correspondían a otro vehículo del mismo modelo y color.
La preparación y ejecución del atentado
El escrito de acusación detalla que la dinamita utilizada para la elaboración del artefacto explosivo que se colocó en el vehículo robado fue proporcionada y trasladada al domicilio de ‘Dolores’ por ella misma. Posteriormente, otros miembros del comando estacionaron el coche bomba en la calle Platerías de Madrid, donde explotó el 8 de agosto de 2000.
El atentado dejó varios heridos de diversa consideración, incluyendo un menor de seis años de edad que sufrió estrés postraumático y otra persona que sufrió un traumatismo craneoencefálico que le provocó un rechazo psíquico a la contaminación acústica.
Este juicio pone de manifiesto la gravedad de los atentados terroristas y la importancia de que se haga justicia por las víctimas.