La AN condena a una mujer a dos años y medio de prisión por la difusión y consumo de material yihadista radical

Condena a mujer por autoadoctrinamiento en el yihadismo y sus peligros potenciales

La amenaza del autoadoctrinamiento terrorista: un caso alarmante en Menorca

La Audiencia Nacional ha emitido una condena de dos años y seis meses de prisión a una mujer, Coria Mohamed Sidamu, tras haberse comprobado su participación activa en la difusión de material yihadista. Este caso destaca la seriedad del autoadoctrinamiento terrorista, un fenómeno que representa una amenaza creciente en la sociedad actual. La acusada, originaria de un campamento de refugiados en Tinduf y residente en Menorca, fue sancionada por ejercer esta práctica mediante aplicaciones de mensajería y redes sociales, con la intención de participar en acciones terroristas de diversas características.

Este tipo de autoadoctrinamiento representa una realidad inquietante, ya que no solo implica aceptar ideologías extremistas, sino también la posibilidad de pasar a la acción. En el fallo judicial se reconoce que la mujer mostró una progresiva radicalización, exacerbada tras la muerte de su hermano, quien había combatido para el Estado Islámico en el Gran Sahara y falleció en Libia en 2016.

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Influencia del entorno familiar en la radicalización

El caso de Coria Mohamed Sidamu pone de relieve cómo el entorno familiar puede influir en el proceso de radicalización de un individuo. La influencia de su hermano, vinculado activamente a acciones terroristas, sembró en ella una serie de ideas radicales que condujeron a su autoadoctrinamiento. Este proceso se inició tras su contacto con el grupo de Telegram donde se compartía material propagandístico del Estado Islámico, conocido por justificar la yihad.

El tribunal hizo hincapié en que la acusada no solo consumía contenido radical, sino que también difundía y solicitaba material específico que reforzaba su ideología violenta. Su pertenencia a grupos con nombres como «Cánticos Yihadistas» refleja la clave que puede tener la comunicación digital en la radicalización de personas vulnerables.

Este caso revela la importancia de la vigilancia en las comunicaciones y los espacios virtuales. La Sala destacó que la acusada mostró interés específico en elementos que podrían ser utilizados en acciones terroristas, incluyendo chalecos y cinturones explosivos, objetos de uso dual como drones, y un interés inusitado por la manipulación de armas.

La importancia de la seguridad en las comunicaciones

Un punto crucial en la sentencia es la consciencia que tenía la acusada de la ilicitud de sus acciones. No solo se limitaba a un consumo pasivo de propaganda yihadista, sino que también buscaba medidas de seguridad para proteger sus comunicaciones. Este aspecto refuerza la idea de que su radicalización no era una simple curiosidad, como intentó argumentar en su defensa.

La acusada propició conversaciones en las redes sociales donde expresaba su disposición a llevar a cabo acciones terroristas. Las evidencias presentadas por los jueces incluían su disposición a realizar actos violentos, lo que aumentaba la gravedad de su conducta.

Además, el tribunal consideró preocupante que, en sus comunicaciones, la mujer preguntara a otros si deseaban inmolarse junto a ella, un acto que demuestra la naturaleza extremadamente peligrosa de su radicalización. Si bien ella intentó minimizar la importancia de sus palabras, asegurando que se trataba de bromas, el entorno digital en el que estas interacciones ocurrían ofrece un contexto que hace poco plausible esta afirmación.

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Prevención y gestión del extremismo: un enfoque necesario

La condena a Coria Mohamed Sidamu es solo un ejemplo de los desafíos que enfrenta la sociedad en la gestión del extremismo radical. Las iniciativas de prevención son esenciales, y se deben implementar acciones de concienciación que aborden el fenómeno del autoadoctrinamiento. La educación sobre los peligros del extremismo en las comunidades, especialmente en aquellas con sujetos potencialmente vulnerables, se convierte en una herramienta crucial.

Los programas deberán incluir tácticas para identificar y abordar las señales de alerta de radicalización, no solo en individuos, sino también en los entornos familiares y sociales que puedan promover ideologías extremistas. Las redes sociales y aplicaciones de mensajería son dos de los principales focos donde el contenido radical se difunde efectivamente, y es fundamental que haya un flujo de información y colaboración entre plataformas digitales y agencias de seguridad para mitigar este problema.

También es esencial ofrecer alternativas positivas para aquellos individuos en riesgo de radicalización, promoviendo un sentido de pertenencia que no se base en ideologías violentas. Las comunidades deben unirse para reforzar los valores de paz y convivencia, impidiendo que la vulnerabilidad se traduzca en radicalización.

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