La edición de este 2025 del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona no es solo la mayor feria tecnológica del mundo, sino también un símbolo de la nueva estabilidad política en España y Cataluña, así como de la creciente importancia de la tecnología en el tablero geopolítico global. Este año, el congreso refleja un cambio significativo: por primera vez en casi una década, la colaboración entre el Gobierno central, la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y la Casa Real se ha desarrollado sin tensiones, en un entorno de plena cooperación institucional. Esto contrasta con ediciones anteriores marcadas por conflictos políticos, proyectando una imagen renovada de España en el ámbito internacional.
España y la batalla por la soberanía digital europea
Durante el MWC, líderes de las principales empresas de telecomunicaciones europeas han enfatizado la necesidad de que Europa refuerce su independencia tecnológica en un mercado global dominado por Estados Unidos y China, dada la situación de ruptura con los tradicionales aliados transatlánticos.
Margherita Della Valle, CEO de Vodafone, destacó la importancia de la consolidación en el sector para mejorar la competitividad: «Acabamos de lanzar un plan de inversión para construir una de las mejores redes 5G del mundo con 11.000 millones de euros. Y lo hemos podido hacer porque ahora tenemos la escala necesaria.»
Por su parte, Christel Heydemann, CEO de Orange, subrayó la urgencia de adaptarse a las nuevas realidades del mercado: «Si continuamos haciendo lo mismo, tendremos los mismos resultados. Es esencial tomar riesgos y decisiones para no quedar rezagados.»
Además, Tim Höttges, CEO de Deutsche Telekom, señaló que la fragmentación del mercado europeo ha limitado la capacidad de competir a nivel global: «El ecosistema estadounidense es el ganador en todos los aspectos. Después de las fusiones y de la consolidación en tres actores para todo el mercado americano, vemos los beneficios de ello.»
Estas opiniones reflejan la creciente urgencia en el sector, donde la falta de una estrategia común europea puede limitar la capacidad de competir frente a los otros gigantes tecnológicos. La cuestión no es meramente técnica: se trata de un asunto estratégico que afecta la autonomía digital del continente y su peso en la geopolítica global. España, como uno de los principales hubs tecnológicos de la región, podría tener la oportunidad de desempeñar un papel clave en la definición de este nuevo paradigma si sabe jugar sus cartas.
Un importante impacto económico y una proyección global
La cumbre tecnológica no solo es un escaparate de innovaciones, sino también un motor económico de primer orden. Se estima que el MWC 2025 generará más de 500 millones de euros en ingresos para Barcelona y su área metropolitana, con una ocupación hotelera que roza el 100%.
Además, la estabilidad política en Cataluña ha permitido una edición sin sobresaltos institucionales. Tanto el Gobierno de Pedro Sánchez como la Generalitat de Salvador Illa han aprovechado la ocasión para mantener reuniones con los grandes actores del sector. Desde Cisco hasta Meta, pasando por empresas emergentes como Moonshot, todos buscan reforzar su presencia en el mercado europeo.
Por su parte, el Rey Felipe VI ha utilizado el evento como una plataforma diplomática. En sus palabras de bienvenida, reafirmó la importancia de la cumbre y envió un mensaje claro en apoyo a Ucrania: «El MWC es un símbolo del liderazgo de España en el sector tecnológico. También es un espacio donde reafirmamos nuestro compromiso con la cooperación internacional y la defensa de valores fundamentales como la paz y la estabilidad.»
Este mensaje llega en un momento clave, cuando la situación en Ucrania sigue siendo una prioridad en la agenda geopolítica europea. Salvador Illa, presidente de la Generalitat, también enfatizó la importancia de este evento en un contexto de estabilidad institucional: «El MWC 2025 demuestra que Cataluña es un espacio de diálogo, de innovación y de oportunidades. La colaboración entre administraciones ha sido clave para fortalecer nuestra posición en el mundo tecnológico y garantizar la estabilidad institucional.»
En este contexto, Barcelona ha reforzado en los últimos años su papel como un centro estratégico de diplomacia científica y tecnológica. La ciudad no solo es un nodo de innovación digital, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro clave para la cooperación internacional en tecnología y ciencia. SciTech DiploHub, la organización que conecta las instituciones académicas, centros de investigación y empresas tecnológicas de la ciudad con actores globales, ha desempeñado un papel crucial en este proceso.
Alexis Roig, director ejecutivo de SciTech DiploHub, subraya la creciente interconexión entre la geopolítica y la tecnología: «Barcelona está liderando un nuevo paradigma en la diplomacia científica y tecnológica de mirada metropolitana y vocación global, donde la innovación digital y la cooperación internacional se entrelazan para abordar los grandes retos que compartimos con otros. Nuestra capacidad de conectar ciencia, industria y políticas públicas nos sitúa en una posición privilegiada dentro del ecosistema tecnológico mundial.»
En la misma línea, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha destacado el impacto local de un evento internacional como el MWC: «Creemos que la tecnología debe servir a la ciudadanía y la transformación digital siempre debe priorizar sus derechos, la igualdad y una mejor calidad de vida para todos. Esto es algo que debemos tener muy en cuenta, especialmente en los tiempos actuales, donde existe cierto riesgo de desconexión entre las ambiciones de algunos y las necesidades de la mayoría.»
En resumen, el MWC 2025 es este año mucho más que una exhibición de avances tecnológicos. Ha demostrado que la estabilidad política y la cooperación institucional son factores clave para consolidar a España como un referente global en la gobernanza digital. A medida que el país sigue afianzando su posición en el sector tecnológico, la pregunta ahora es si podrá capitalizar esta estabilidad para ejercer un liderazgo más amplio en la definición de las reglas del juego digital a nivel global.