Escuchar música mientras conduces puede hacer que el trayecto sea más ameno, pero esta práctica habitual podría traer consecuencias inesperadas si no tienes cuidado. La Dirección General de Tráfico (DGT) advierte que, aunque la música en sí no es ilegal, sí lo es que el volumen se convierta en una distracción que impida la atención plena al volante. Un gesto tan común como subir la radio para disfrutar de una canción favorita podría terminar en una desagradable sorpresa: hasta 3.000 euros de multa, según la gravedad de la distracción.
Aunque esta cifra pueda parecer exagerada, la realidad es que, según la DGT, cualquier acción que afecte negativamente la concentración del conductor está tipificada como sancionable. La música alta en el coche es considerada como una distracción, sobre todo si impide escuchar señales acústicas importantes o te aísla de lo que sucede a tu alrededor. Saber cómo gestionar correctamente el volumen y prestar atención a estas indicaciones podría evitarte no solo multas, sino accidentes graves.
3EL PRECIO DEL DESPISTE: CONSECUENCIAS DE LA DISTRACCIÓN POR MÚSICA AL VOLANTE

Las distracciones son una de las causas principales de los accidentes mortales en carretera. La música a un volumen elevado no solo afecta a tu capacidad auditiva, sino que también reduce la percepción visual y el tiempo de reacción. Es decir, aunque parezca insignificante, escuchar música alta disminuye notablemente la capacidad de anticiparse a un peligro, lo que incrementa el riesgo de colisiones y accidentes graves.
Estudios realizados por la propia Dirección General de Tráfico han demostrado que los conductores que circulan con música a niveles elevados reaccionan más tarde ante situaciones imprevistas, como frenazos bruscos del vehículo delantero o peatones que aparecen repentinamente en la calzada. Esta disminución en la atención es equivalente a conducir con sueño o incluso bajo los efectos del alcohol.
Por este motivo, las campañas de concienciación de la DGT insisten cada vez más en la importancia de evitar distracciones aparentemente inofensivas como la música. Se trata de un aspecto clave para mantener la seguridad personal y la de todos los que nos rodean mientras conducimos, sobre todo en trayectos largos o monótonos, donde la tentación de subir el volumen es aún mayor.