La industria textil esconde secretos que van más allá de las tendencias de temporada o las condiciones laborales de sus trabajadores. El químico presente en la mayoría de prendas de vestir que utilizamos diariamente podría estar provocando alteraciones significativas en nuestro organismo sin que seamos conscientes de ello. Conocidos como PFAS (sustancias perfluoroalquiladas) o disruptores endocrinos, estos compuestos se han convertido en invitados no deseados que acompañan nuestro día a día, alterando silenciosamente el funcionamiento normal de nuestras hormonas y provocando efectos que pueden manifestarse a largo plazo.
El contacto con la piel es constante y, sin embargo, pocos consumidores conocen la presencia de estos agentes potencialmente peligrosos en sus armarios. Los PFAS forman parte de un grupo más amplio de compuestos utilizados por la industria para proporcionar resistencia al agua, a las manchas y facilitar el planchado, entre otras características consideradas positivas en el mercado. Según diversos estudios científicos, la exposición prolongada a este tipo de químico puede interferir con el sistema endocrino humano, alterando la producción y funcionamiento normal de hormonas esenciales para nuestro organismo. Esta interferencia puede manifestarse de múltiples formas, desde problemas de fertilidad hasta alteraciones metabólicas o incluso ciertos tipos de cáncer hormono-dependientes.
5ALTERNATIVAS SEGURAS Y CONSEJOS PARA PROTEGER NUESTRO EQUILIBRIO HORMONAL

La buena noticia es que el mercado comienza a ofrecer alternativas viables a las prendas tratadas con disruptores endocrinos. La creciente concienciación sobre los riesgos asociados a este químico ha impulsado el desarrollo de tecnologías más seguras, basadas en tratamientos con ceras naturales, aceites vegetales modificados o incluso nanotecnología que logra propiedades similares sin los riesgos para la salud hormonal. Las fibras naturales como el algodón orgánico, el lino o la lana, procesadas con métodos tradicionales y tintes vegetales, representan la opción más segura para minimizar la exposición a PFAS.
Para las prendas ya presentes en nuestro armario, existen algunas prácticas que pueden reducir la exposición a estos compuestos problemáticos. Lavar exhaustivamente las prendas nuevas antes del primer uso ayuda a eliminar parte del químico superficial, aunque no eliminará completamente los tratamientos integrados en la fibra. Evitar los productos de limpieza en seco, que suelen utilizar solventes agresivos capaces de reaccionar con los PFAS presentes en los tejidos liberando compuestos potencialmente más tóxicos, puede también contribuir a reducir nuestra exposición. A nivel legislativo, la presión ciudadana ha conseguido que algunos países comiencen a regular estos compuestos, prohibiendo gradualmente su uso en productos de consumo masivo, aunque queda un largo camino por recorrer hasta lograr una prohibición completa y efectiva que proteja adecuadamente la salud pública frente a este químico persistente.