Madrid es una ciudad vibrante, acogedora y abierta al mundo, pero eso no significa que todo valga. Los turistas llegan encantados con su ambiente, su comida y su vida callejera, pero en medio del entusiasmo cometen errores que los madrileños no siempre pasan por alto. Y es que, aunque la capital recibe con los brazos abiertos, hay ciertas normas no escritas que conviene respetar si uno no quiere ganarse una mirada fulminante o, peor aún, un comentario con retranca castiza.
Desde cómo se camina por la Gran Vía hasta cómo se pide un café o se comporta uno en una terraza, hay actitudes que chirrían entre los locales. Porque si hay algo que los madrileños valoran tanto como su ciudad es su forma de vivirla. Aquí repasamos cinco meteduras de pata que, aunque parezcan pequeñas, son suficientes para que un turista pase de simpático a inoportuno en cuestión de segundos.
1Esto es lo que los madrileños odian de los turistas
Hay cosas que los madrileños toleran con paciencia, pero si hay algo que les crispa es ver cómo los turistas bloquean la salida del metro sin entender que en Madrid el ritmo es otro. Nadie se para a contemplar el andén, aquí se camina como si la vida dependiera de llegar a tiempo. A eso se suma la lentitud al andar por calles como la Gran Vía o la Puerta del Sol, donde los locales esquivan con maestría a quienes van mirando escaparates sin prisa. Y no hablemos de las escaleras mecánicas: el lado izquierdo es sagrado para quienes suben corriendo, y que alguien lo bloquee con una maleta o un selfie stick… es motivo de exasperación colectiva.
Pero no todo son problemas de circulación. Cuando un turista pide paella para cenar en pleno centro de Madrid, más de uno suelta una carcajada, o un suspiro. La paella, para empezar, es plato de mediodía, no algo nocturno; en la capital se prefiere una buena ración de cocido o unos callos. Y para rematar, muchos no saben que al pedir una caña o una bebida en ciertos bares madrileños, viene con tapa incluida. Pedir la tapa como si fuera un extra o sorprenderse de que no la cobren es otra señal clara de turista despistado. Eso de comer bien y barato es casi un derecho constitucional.